Huellas de la Biblia en la Cultura de Occidente



Uno de los libros que más han influido en el desarrollo de la cultura occidental es sin lugar a dudas: La Biblia. De hecho, es el libro que se ha traducido a mayor número de idiomas y dialectos. Han pasado 24 centurias y su mensaje continúa tan vigente y vital, como en el momento en que fue escrita por un sinnúmero de autores anónimos. Su influjo en la cultura occidental es incalculable, basta con examinar brevemente algunos ejemplos muy claros en las artes plásticas y la literatura.

La influencia bíblica se palpa de inmediato en las impresionantes escenas de la Creación y el Diluvio plasmadas por Miguel Ángel en sus frescos de la Capilla Sixtina. Y que decir de Rembrandt, una buena parte de su obra, sobre todo en sus aguafuertes, en cuadros y dibujos hay resonancia bíblica, ni más ni menos, la historia de Abraham la abordó en 31 de sus lienzos. El caso de Durero también es destacable, múltiples de sus grabados abordan temas surgidos del Libro de los Libros, entre ellos: "La destrucción de Sodoma y Gomorra", "La novia del Cantar de los Cantares" o "El rey David en penitencia".

Por supuesto en este recuento mínimo, ya en el siglo XX, uno de los mayores herederos del bagaje bíblico es Marc Chagall, con sus cuadros y vitrales sumergidos e imbuidos de los versículos que se entrelazan en una luminosa creatividad.

La Biblia por sí misma es un innegable monumento literario, libros enteros son cantos poéticos: El libro de Job, El Cantar de los Cantares, el Eclesiastés, los Salmos o Los Proverbios, por eso resulta entendible por qué diversos escritores la han tomado como motivo continuo de inspiración. John Milton se embebe en la lectura bíblica para darnos una gran joya literaria "El Paraíso Perdido". No es menos despreciable el caso de Goethe, quien afirmara en alguna ocasión: "Es mi creencia en la Biblia, fruto de una profunda meditación, la que me ha servido como guía, en mi vida moral y literaria". De hecho, en el prólogo de Fausto, una de sus obras centrales podemos encontrar la mayoría de los cuestionamientos presentes en el Libro de Job.

Otro de los escritores destacadísimos dentro de la literatura occidental es Dante Alighieri, en su libro La Divina Comedia, independientemente que Virgilio sea su guía en ese viaje que emprende del infierno hacia el purgatorio y de allí al paraíso, influencia directa del bagaje de la cultura latina, hay diversas resonancias bíblicas, entre líneas de su gran poema. Un caso similar es el de Cervantes en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha , hay frecuentes alusiones e incluso citas textuales de la Biblia, un ejemplo claro es lo que dice al canónigo de Toledo en el episodio de la carreta, al contraponer la lectura de la Biblia, a la de los libros de caballería: "Y si todavía, llevado de su natural inclinación, quisiere leer libros de hazañas y caballerías, lea en la Sacra Escritura, el de los Jueces, que allí hallará verdades grandiosas y hechos tan verdaderos como valientes".

Otros escritores españoles de la antigüedad también han tomado a la Biblia como una brújula en su itinerario a través de la palabra, son varios, entre ellos se puede mencionar al gran Rabí Sem Tob, el primer judío que escribe en castellano, en sus Proverbios Morales, independientemente de tener como fuentes el Talmud y Avicebrón, hay reminiscencias del Libro de Job y el Eclesiastés.

Con los poetas del siglo de oro español la influencia del Libro de los Libros se vuelve más patente, allí están los poemas de: Fray Luis de León, Fray Luis de Granada, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz para mostrárnoslo, de este último su "Cántico Espiritual", poema esencialmente místico surcó las aguas de "El Cantar de los Cantares".

De México, veamos que ha sucedido con algunos poetas, Sor Juana escribió varias poesías con alto sentido bíblico como sucede en su poema "Estancias", cuyo protagonista es la figura del Buen Pastor. Y que decir de Concha Urquiza y su soneto perfecto inspirado en torno a Job, o las prosas de Amado Nervo en Plenitud. Qué mejor para terminar este mínimo recorrido de ecos bíblicos en la literatura que con León Felipe.

Independientemente que para el poeta español que realizó la mayor parte de su obra en México, la Biblia era su libro de cabecera permanente. Sus personajes: Jonás y Job. Y los textos que leía y releía: Génesis, Éxodo, Ester, Judith, los Salmos y el Eclesiastés.

En su libro Ganarás la Luz, al preguntarse qué es la Biblia, él se responde:

Me gusta remojar la palabra divina, amasarla de nuevo, ablandarla con el vaho de mi aliento, humedecer con mi saliva y con mi sangre el polvo seco de los Libros Sagrados y volver a hacer andar los versículos quietos y paralíticos con el ritmo de mi corazón. Me gusta desmoronar esas costras milenarias y la exégesis ortodoxa de los pulpitos, para que las esencias divinas y eternas se muevan otra vez con libertad. Después de todo, digo que estoy otra vez en mi casa. El poeta, al volver a la Biblia, no hace más que regresar a su antigua palabra.

No cabe duda que la palabra bíblica será por el tiempo de los tiempos: Eterna.

Por Perla Schwartz
Fuente: IntelectoHebreo.com.mx

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