La manera de Jesús para crecer


Recreación de una escena del joven aprendiz Jesús con su padre José.

Por Gustavo Crocker

Es curioso que en la iglesia contemporánea todos queremos crecer y desarrollarnos, sin em- bargo, estamos mirando otros modelos y no el modelo de Jesús. Si la iglesia es el cuerpo de Cristo, como lo presenta el apóstol Pablo repetidas veces (véanse Efesios 4:11-13, 1 Corintios 12:27), entonces debe ser obvio que debemos crecer y desarrollarnos como Cristo. Si la iglesia fuera el “cuerpo de Elías”, tendría que crecer como Elías. Si fuera el cuerpo del “pastor tal”, en- tonces sería aceptable que creciera como el “pastor tal”. Pero, la iglesia ¡es el cuerpo de Cristo! Entones el único modelo aceptable para nuestro crecimiento y desarrollo es Jesucristo.

Un alto porcentaje de los Evangelios narran parte del ministerio de Jesús en la tierra. Además, narran el nacimiento de Jesús como el cumplimiento de la profecía. Aun cuando se menciona muy poco acerca de su niñez, Lucas 2:52 resume sus primeros años en la tierra y la preparación para cumplir la misión que su Padre le encargó para hacer su ministerio: “Y Jesús crecía en sa- biduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (énfasis añadido). “La manera de Jesús” para prepararse para el ministerio público era holístico, integrante y comprensivo. Significa que el crecimiento es externo, devocional y transformador.

Crecía en sabiduría representa el desarrollo interno de un individuo y de una congregación. A medida que Jesús crecía, el niño Jesús internaba las Escrituras en su corazón, aprendía la cul- tura, y observaba las tradiciones piadosas de las personas con las que vivía. Su crecimiento inter- no fue cognitivo y experimental. Él interactuaba con las personas de Nazaret. Visitaba Jerusalén y fue presentado en el templo como lo hacen con cada niño judío. Conocía las leyes divinas y las reglas de la tierra. Su compañerismo era profundo con las personas que lo rodeaban.

La iglesia primitiva experimentaba un crecimiento dinámico y profundo. Hechos 2:46 nos da el reporte de una iglesia que persevera en la doctrina de los apóstoles, el com- pañerismo de los creyentes y en el partimiento del pan. Esto también debería ser así en la iglesia de hoy día. Una iglesia que crece en sabiduría es una iglesia que está compro- metida en desarrollar raíces profundas. Es una iglesia que está comprometida a ayu- dar a que cada uno de los creyentes profundice su experiencia con Dios a través del co- nocimiento de la Palabra, la doctrina de los apóstoles, y en la práctica del compañerismo.

Creciendo en estatura representa el aspecto físico, externo de los individuos y las congre- gaciones. Aunque la profundidad de la sabiduría y el conocimiento de Jesús asombraban a los líderes religiosos de su tiempo, Él no estaba limitado solamente a una sabiduría profunda. Jesús creció en estatura como cualquier otro niño normal de su aldea, experimentó el mismo creci- 18 El Poder de Uno miento físico que el que se esperaba de cualquier niño de Nazaret. Me imagino que jugaba con sus compañeros y aprendió a ser un carpintero esforzado dedicando tiempo a las disciplinas físicas requeridas para un hombre que trabajaba con la madera.

Esto también era una realidad en la iglesia primitiva. Las raíces profundas y el testimonio profundo se reflejaban en el crecimiento numérico exponencial de la iglesia. “…Y el Señor aña- día cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47). Un grupo pequeño de segui- dores llenos de poder salieron del aposento alto y se comprometieron con el testimonio práctico y el comportamiento, lo que resultó en miles de creyentes que se añadieran todo el tiempo. Crecer en estatura no es una opción para la iglesia de hoy. Las evidencias más visibles de que las raíces de un árbol son profundas, son la fortaleza del tronco, la anchura de las ra- mas y sus frutos. Una iglesia sana que proclama tener raíces profundas (raíces de sabiduría), muestra naturalmente su profundidad a través de su crecimiento numérico, evangelizando a otros, y dando nacimiento a otras iglesias como centros de esperanza y trasformación.

Creciendo en gracia para con Dios se refiere al nivel de desarrollo devocional y espiritual de un individuo y de una congregación. El crecimiento en la gracia es el proceso en el cual los individuos e iglesias incrementan su intimidad y relación con Dios a través de la persona de Jesucristo, dirigidos por el Espíritu Santo. Entre más cerca camine con Dios una persona, más profunda será su relación y más grande su experiencia de gracia delante de Dios.

Jesús creció en gracia para con Dios. Aunque Jesús era el Dios encarnado, permitía que la gente supiera que Él y el Padre, mantenían una relación íntima e intrínseca. Jesús buscaba el corazón del Padre en oración y ministraba la Palabra de Dios, la cual se había hecho carne en Él. Jesús le dijo a sus discípulos que fueran verdaderos adoradores. Sus enseñanzas reflejaban una vida de alguien que estaba completamente conectado con el Padre.

Cuando Jesús oró por sus discípulos en Juan 17, pidió que la iglesia creciera en gracia delante de Dios, de la misma manera en que Él lo había demostrado mientras estuvo en esta tierra. Jesús oró para que nosotros seamos uno “así como Él y el Padre son uno”. Oró para que nosotros seamos enviados “así como el Padre lo envió a Él. También oró para que nosotros seamos santi- ficados “así como Él se santificó a sí mismo”. Jesús oró para que la iglesia evidenciara la presencia de su Espíritu al crecer en gracia delante del Padre.

Crecía en gracia para con los hombres revela el poder de la transformación que los in- dividuos y las congregaciones ejercen sobre la sociedad. El testimonio de Jesús, su amor, se reflejó en la forma en que Él predicó a los pobres y a los marginados. Él sanó a los enfermos y liberó a los oprimidos. Predicó el verdadero jubileo, no sólo al pueblo de Israel, sino para toda su creación. Vivió humildemente y con amor. Escuchó el clamor de los necesitados, y en el momento correcto, proclamó su misión de transformación total.

Lo mismo sucedió con la iglesia primitiva. El estilo de vida de los creyentes era tal que entre ellos no había necesidades materiales. Ellos estaban dispuestos aun a entregar sus posesiones para que los menos afortunados tuvieran comida, ropa y refugio. Reflejaban el modelo transformador 19 La manera de Jesús de Jesús que “… no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).

Una iglesia viva y saludable también exhibe la profundidad de su compromiso espiritual al crecer en gracia delante de los hombres. Jesús espera que su iglesia se comprometa activamente en la transformación de individuos y comunidades. Él espera de nosotros “… hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8).

Este modelo de crecimiento orgánico e integral es parte del diseño de Dios para su creación. Él la diseñó para los individuos. La diseñó aun para las plantas. Toda criatura viviente debe cre- cer integralmente. Los seres humanos deben crecer integralmente y conscientes de su relación con Dios y con sus comunidades. No es de sorprenderse que Jesús, nuestro modelo de desarro- llo, resuma los dos más grandes mandamientos como amando a Dios “con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Marcos 12:30) y amando “a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31b)

Fuente: El poder de Uno, editado por Casa Nazarena de Publicaciones






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