Trabajo en equipo


Por Jack Spender

 

No hay que pensar demasiado para concluir en que un grupo de personas no necesariamente es un equipo. Un equipo tiene un objetivo en común y todos sus miembros deben sobreponerse a las preferencias personales y trabajar juntos para alcanzar la meta. 

 

Si pensamos en equipos deportivos, algunos sobresalen y otros parecen que nunca logran tener “el espíritu” para la gran victoria. ¿Qué marca la diferencia? Algunos podrán decir que es el dinero, otros lo atribuirían a la suerte. Esos pueden ser factores en el mundo, pero ¿qué del trabajo en equipo en la iglesia con un grupo de ancianos? Obviamente, los requisitos y las recompensas son muy distintos en lo espiritual.  

 

Consideremos brevemente la importancia y los beneficios de un verdadero trabajo en equipo entre sobreveedores, algunas sugerencias para estimular la unidad y la productividad en la formación de equipos, y algunos peligros con los cuales hay que tener cuidado.  

 

El trabajo en equipo es bíblico e importante  

 

Cada iglesia local descrita en el Nuevo Testamento tenía una pluralidad de hombres maduros que servían juntos como grupo de liderazgo, a menudo referido hoy como “junta de ancianos”, o simplemente “el cuerpo de ancianos”. En realidad, “equipo” podría ser un término mejor para el liderazgo de la iglesia, porque enfatiza el servicio a través de la unidad y la autodisciplina, más que a mediante la autoridad y la toma de decisiones.  

 

No es difícil identificar las razones por las que una iglesia debe ser guiada por una pluralidad y no por un individuo. Los líderes de una iglesia son hombres comunes, a menudo hombres trabajadores con hogares y familias, y no profesionales altamente capacitados. Las Escrituras y la historia proveen abundantes ejemplos de cómo Dios utiliza una pluralidad de siervos para llevar a cabo su obra en la iglesia. Adicionalmente, un proverbio nos dice que la seguridad está en los muchos consejeros (Proverbios 11:14 RV95).  

 

Asimismo, las diferentes personalidades, dones espirituales y experiencias de vida de sus líderes brindan a las personas de la iglesia la libertad de vincularse a los pastores que sienten que los entienden.

 

Otro beneficio de compartir la carga de trabajo en un grupo ayuda a prevenir el agotamiento.  

 

Y, por último, cuando los ancianos se retiran del trabajo activo o son llamados al hogar celestial con el Señor, y hombres más jóvenes son agregados al grupo, la iglesia no padece del trauma que a menudo acompaña el cambio del liderazgo en las iglesias con una sola figura de autoridad.  

 

Edificando y conservando un espíritu de equipo  

 

Quienes proveen el alimento y guía espiritual para la grey ocuparán justificadamente un lugar de prominencia en la percepción de la gente. Pablo amonesta a los ancianos a cuidar, no sólo de la grey de Dios, sino también de sí mismo (“a vosotros”, Hechos 20.28). Para el bienestar de la iglesia es de vital importancia que los líderes sean tenidos en honor, no sólo porque la Biblia lo demanda, sino porque ellos han desarrollado un espíritu y enfoque de equipo hacia el ministerio. Se han ganado la credibilidad que resulta de enfrentar personas y temas difíciles juntos con sabiduría y gracia, demostrando todo el tiempo un alto respeto los unos por los otros.  

 

Estas cosas pueden fortalecer al equipo de liderazgo o pueden convertirse en fuente de competitividad, envidia o arrogancia. 

 

¿Cómo puede un grupo de liderazgo cultivar un espíritu de equipo de manera balanceada?  

 

La respuesta es una mezcla de virtudes espirituales y experiencia práctica. Aquí presento algunas ideas acerca de cada uno.  

 

El aspecto espiritual del trabajo en equipo.  

 

Cada anciano debe recordar que su misión de parte de Cristo, la Cabeza, no es sólo pastorear la grey, ¡sino también pastorear a sus colegas ancianos! Debe amarlos, orar por ellos, y esforzarnos por servirles. Si no recuerda su misión ¿cómo podrá hacer que los demás santos la recuerden?  

 

Desear fervientemente ver a sus colegas obreros crecer en su desarrollo espiritual, en el uso de sus dones y en la estima de la congregación es un tema profundamente espiritual, pero que a su vez también es ajeno a la vieja naturaleza y a la carne. Estos propósitos requieren humildad y el trabajo del Espíritu de Dios en el corazón.  

 

También es importante un entorno donde pueda florecer el estímulo y la aceptación mutua. El adversario constantemente buscará arruinar el espíritu de equipo por medio de actitudes y acciones que llevan a la competencia entre los integrantes del liderazgo. Para resistir esto, cada uno debe funcionar “con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:10).  

 

Un espíritu genuino de amor y deferencia hará mucho para compensar las diferencias de edad, experiencia o dones especiales.  

 

El aspecto práctico del trabajo en equipo.  

 

Para que el trabajo en equipo funcione sin problemas, cada integrante deberá estar comprometido con el equipo y dispuesto a sacrificarse personalmente por el bien de todos. Pero esto debe ser más que teoría; debería manifestarse en la cotidianidad al cuidar de los asuntos de la iglesia; debería ser intensamente práctico.  

 

¿Todos los hermanos tienen cierta visibilidad en el liderazgo de la iglesia? ¿Se consideran los puntos de vista e inquietudes sobre temas de discusión de cada hermano en las reuniones de ancianos? ¿Se mantienen unidos los hermanos en las situaciones difíciles que requieren disciplina o cambios importantes? ¿Los hermanos hablan bien unos de otros y se defienden unos a otros cuando es posible? ¿Hay consenso en que debe haber unidad entre todos los hermanos antes que la iglesia proceda con cambios?  

 

Otro punto de vista práctico en la vida de cualquier equipo es la necesidad de descanso y renovación; esos momentos especiales para reunirse (¡incluyendo a las esposas!) simplemente para conocerse unos a otros y profundizar las amistades, alejados de “la obra”. Recuerdo que, tiempo atrás, un joven en una asamblea me confesó: “Todos los varones en nuestra asamblea desean ser ancianos porque vemos cómo nuestros líderes se estimulan unos a otros y disfrutan trabajar juntos”.  

 

Evitando las dificultades.  

 

La mayoría de las cosas no se preservan dejando “que la naturaleza siga su curso”, y las relaciones no son una excepción. Como en un matrimonio, oración intensa es necesaria, así como un esfuerzo consciente para salvaguardar las amistades. Las siguientes son algunas sugerencias para prevenir que el espíritu de equipo se vuelva amargo. 

 

  1. Acepten sus diferencias. Observe lo diferentes que eran los doce discípulos elegidos por el Señor Jesús, y él nunca comparó un discípulo con otro. Versículos como 1 Timoteo 5: 17 muestran con claridad que hay diferencias entre los ancianos 
  2. Trabajen continuamente buscando equilibrio en el equipo. Es verdad que las personalidades fuertes nunca intercambiarán su lugar con hermanos más tranquilos, y eso está bien. Pero no permitan que el equipo se vuelva asimétrico por una o dos voces fuertes dominantes en todo. Esfuércese por destacar las fortalezas tranquilas de hermanos que pueden estar contentos escondiéndose en el trasfondo. 
  3. No importa la cantidad de luchas sobre asuntos difíciles que puedan ocurrir a puertas cerradas; demuestren una postura de unidad frente a la iglesia. Esto no es hipocresía sino un valioso ejercicio en buscar áreas de común acuerdo, así sean pequeñas. La Palabra sigue siendo necesaria hoy: “Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos...” (1 Pedro 2:17 NVI). 
  4. No permitan que las cosas se añejen. Hay maneras creativas de renovar al grupo. Realicen un retiro, tómense un año sabático, reúnanse con ancianos de otras asambleas para incorporar nuevas ideas, aprovechen el magnífico abanico de recursos disponibles hoy mediante buenos libros, seminarios o por Internet. 
  5.  Insistan en involucrar a la próxima generación, no importa cuán renuentes se puedan mostrar. Ninguna estructura de iglesia contribuye más a equipar a los santos y a la capacitación de líderes que la verdadera iglesia del Nuevo Testamento, con su ejercicio práctico del sacerdocio de todos los creyentes y la ausencia del clero profesional. Inclusive podría considerarse un límite de edad autoimpuesto a los ancianos.  

 

Conclusión 

 

La mayoría de los pastores acertadamente se contentan con esperar un día venidero, cuando “recibirán la inmarcesible corona de gloria.” (1 Pedro 5:4). ¡Pero no hay nada malo en fomentar el gozo y la moral del equipo, cuando el trabajo duro y el empeño producen algunos reveses espirituales en el presente! 

 

Adaptado con permiso de Apuntes para Ancianos



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