En la vasta zona del Océano Pacífico, durante un lapso de tiempo subsiguiente al fin de la Segunda Guerra Mundial, el ejercito vencedor, los aliados, retomaba posesión de islas, archipiélagos y territorios donde los japoneses habían instalado sus bases aéreas y navales y cientos de campos de prisioneros. Esta escena es característica de todas las guerras, donde el vencedor se apodera de la totalidad de lo que el enemigo posee, destruyendo sus reductos y colocando sus banderas de triunfadores en los lugares altos para que toda la gente reconozca la nueva autoridad. Sin embargo, durante el proceso, se suscitaron escenas tragicómicas en las que, en ciertas localidades, los remanentes del ejercito derrotado desconocían que había ocurrido una rendición, y que la batalla en los frentes había cesado. Esos pequeños grupos siguieron su guerra particular por ignorancia de los eventos que ocurrían entre Washington y Tokio. Pero, el nuevo ejercito dominante debía cumplir su misión de hacerle ver a estos soldados que la guerra había concluido y que debían rendirse ante las nuevas autoridades......
¡Qué extraordinario paralelo con el ministerio de la Iglesia hoy! Nuestro punto de partida es la victoria central de Jesucristo en la Cruz del Calvario. El ejercito derrotado no es otro sino Satanás y sus huestes. El ejercito vencedor debe ahora tomar posesión de todo lo que estaba en manos de su enemigo, y los ejércitos de éste deben comenzar a reconocer las nuevas autoridades. Porque es necesario que:
La multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales (Efesios 3:10).
y esta multiforme sabiduría de Dios no es otra cosa sino la predicación del: evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo;
cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles (1 Pedro 1:12).
Toca entonces a la Iglesia hacer una demostración delante de estos seres denominados aquí principados y potestades, y también ángeles, de las bondades del evangelio, esto es: libertad, sanidad, vista a los ciegos y buenas nuevas a los pobres, y del hecho que un nuevo reino, el Reino de Jesucristo, está siendo instaurado a través del ministerio de la Iglesia. Como dice John Stott en su comentario a la epístola a los Efesios, algunos de estos seres "miran fascinados cómo gentiles y judíos se incorporan en la nueva sociedad (la iglesia) como iguales, ........ y aprenden del propósito eterno... cumplido en Cristo Jesús, su muerte y su resurrección, la donación de su Espíritu, la predicación de las buenas nuevas, y el surgimiento de la Iglesia".
Ciertamente algunos ángeles aprenden y reconocen la grandiosidad de la obra de Dios, pero otros se resisten y la niegan. Estos últimos están todavía en guerra a pesar de que la victoria ha sido decretada, y son éstos grupos los que deben presenciar, para su disgusto, la toma de posesión de los territorios que le pertenecen al Reino de Jesucristo. Al igual que los aislados japoneses de la segunda guerra, que peleaban como si su Emperador no hubiese sido ya derrotado, así mismo estos ángeles, principados y potestades rebeldes a Dios, ven con recelo la multiforme sabiduría de Dios revelada a través de la Iglesia, y luchan contra ella. Por eso permanecemos en pie de guerra, y debemos estar preparados para librar batallas sorpresivas, hasta que "toda rodilla se doble en el nombre de Jesús".
Dentro de esa perspectiva, tratemos de entender las dimensiones del conflicto cósmico en el que la iglesia está involucrada, y cómo debemos conscientizarnos hacia la lucha y las armas disponibles para librarla.
1.1 Jesucristo y el Mensaje del Reino de Dios
El término Reino habla de “gobierno” o “dominio”, del “ejercicio de la autoridad”. Aplicado al Reino de Dios se refiere al gobierno y soberanía de Dios creador. George Eldon Ladd se expresa así acerca del significado del Reino de Dios:
La primordial enseñanza de la palabra hebrea malkuth del Antiguo Testamento y la palabra griega basileia del Nuevo, es el rango, la autoridad y soberanía ejercida por un rey. Un basileia puede ser un dominio sobre el cual un soberano ejerce su autoridad; y puede ser la gente perteneciente a ese dominio, sobre quienes la autoridad es ejercida...
Durante el ministerio de Jesús la palabra reino comienza a ser aplicada en relación a su persona, en el sentido de que a través de su obra, Dios estaba estableciendo un dominio que no se destruiría jamás. Por ello no es una exageración el afirmar que la predicación del Reino de Dios fue el mensaje central del ministerio de Jesús. Previamente, el mensaje del reino había sido la base de la predicación de Juan el Bautista: "arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mt. 3:2) ya que su época marca el final de la predicación de la Ley y los Profetas (Lucas 16:16). A partir de allí, Jesús se concentró en el mensaje del evangelio del reino. Los siguientes versículos nos muestran las palabras claves y los adjetivos que Jesús usó para hablar del reino de Dios:
"El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed el evangelio." (Mr. 1:15)
"Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado." (Lc. 4.43)
"Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo." (Mt. 9:35)
Hay un tiempo para la instauración del reino, ese momento ha llegado y ahora, este dominio de Dios prorrumpe, se acerca en la persona de Jesús quien ha sido enviado para este propósito y toca a aquellos que se arrepienten, sanándoles toda enfermedad y dolencia. La proclamación de un dominio de Dios sobre los hombres, enseñada por el Señor Jesús en las sencillas palabras del Padre Nuestro: venga tu reino, se va a convertir en la fuerza impulsora de los discípulos desde su discipulado con el Maestro, aún hasta el final de sus ministerios como se puede observar en este breve recorrido:
1. Los 12 fueron enviados con estas instrucciones de parte de Jesús:"y yendo, predicad, diciendo: el reino de los cielos se ha acercado, sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia" (Mt. 10:7; ver Lc. 9:1).
2. A los 70 enviados, les indicó lo mismo: "En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios." (Lc. 10:9)
3. Fue lo último de lo que les habló: "a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios." (Hech. 1:3)
4. El libro de los Hechos termina con Pablo en la cárcel de Roma predicando, "el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento." (Hech. 28:31)
5. Les indicó que la clave para marcar el fin de la historia sería el avance del reino: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mt. 24:14).
Se hace claro entonces que el concepto del reino sumariza el contenido del mensaje de Jesús. La pregunta obvia sería: ¿Qué significa el reino, y cómo nos afecta? Desafortunadamente, es un concepto que ha sido bastante vago o confuso a lo largo de la historia de la iglesia. Recuperar este principio dentro de la proclamación cristiana cambiaría notablemente nuestra percepción de la vida espiritual y por lo tanto el ministerio de la iglesia sería disitinto. Principalmente, porque como lo señala Gailyn Van Rheenen, el concepto del reno de Dios:
..no establece una diferencia entre lo natural y lo sobrenatural.... Dios controla todas las facetas del mundo, sean estas físicas o espirituales. No hay dicotomía entre estos dos ámbitos....
Así llegamos a la conclusión de que el reino de Dios debe permear todo hombre e institución humana, las costumbres, la ética y la moralidad, y todo ámbito, sea físico o espiritual. Lo cual nos conduce a la necesidad de entender cuáles son los oponentes para la instauración de este dominio.
1.2 El conflicto entre dos mundos
La palabra conflicto habla de confrontación, pugna, disputa, o guerra. Cuando Jesucristo comenzó a anunciar el Reino de Dios, el sabía que estaba entrando en un conflicto directo con todas las estructuras de poder, socio-político y religioso, que existían alrededor, y también con el mundo espiritual de maldad que las controlaba. La definición del reino de Dios presentada por Jesús chocaba fuertemente con todas las expectativas judías acerca del reino mesiánico que ellos esperaban. En primer lugar, su anuncio del reino iba dirigido hacia la clase social mas necesitada, aquellos despreciados por la nación de Israel por diversas causas: pobres, mujeres, enfermos contagiosos, pecadores, a los cuales, en la forma que un médico se acerca a sus pacientes, Jesús traía un nuevo sentido a sus vidas. El pobre recibía esperanza, el enfermo sanidad, y el pecador perdón a través del contacto directo y también por intermedio de sus enseñanzas acerca del reino de Dios. Sin embargo, en cada ocasión donde esto ocurría, el conflicto con la jerarquía político-religiosa visible se magnificaba. De la misma forma, en lo que fue otra característica de su ministerio, las luchas de Jesús con fuerzas demoníacas arreciaban. A dondequiera que él se movía, allí estaban estas fuerzas, presentando una confrontación directa. Mateo 4:23,24 resume de una manera clara y concisa la descripción del ministerio de Jesús al anunciar el Reino de Dios:
Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó.
¿Qué significa entonces este anuncio del evangelio del reino? ¿Cuál es la razón de sus implicaciones, en términos de confrontación, con las estructuras de poder visibles y con las fuerzas espirituales de maldad?. Hablando del evangelio del reino, G.E. Ladd se expresa de la manera siguiente:
"...Dios está ahora actuando entre los hombres para librarlos de su servidumbre a Satanás. Es el anuncio de que Dios en la persona de Cristo está.....atacando por sí mismo el reino de Satanás".
Una confrontación entre el bien y el mal, que se remonta al mismo inicio de la creación, justamente entre el cosmos del primer versículo del Génesis y el caos que le sucede, viene ahora a ser concretada entre la persona de Jesucristo como proclamador e instaurador del reino de Dios, y el "príncipe de este mundo" y sus ejércitos, quienes poseen aparente dominio de la creación.
1.3 La Visión de Jesús del dominio de Satanás
Visto desde otro ángulo notamos que los dos reinos son presentados, también en oposición, como el de la Luz y el de las Tinieblas. Las profecías hablaron de cómo la luz (Justicia y santidad de Dios) viene justamente a acabar con la oscuridad (pecados, obras de muerte, maldad):
El pueblo que andaba en tinieblas vió gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos"(Isaías 9:2)
Es importante observar que esta luz a la que hacía referencia el profeta viene a ser Cristo mismo, pues el dijo:
Porque todo aquél que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. (Juan 3:20,21)
Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.(Juan 8:12)
Aún un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. (Juan 12:35,36)
Puede verse en estos versículos que el objeto final de la lucha entre esos dos bandos son los hombres, quienes deben ver, seguir, andar, creer y venir a la luz o si no, serán víctimas de la sombra de muerte como paga por su pecado cuyo origen no es otro sino Satanás mismo (Rom. 6:23). Este es el conflicto básico, un reino promete vida eterna, y el otro conduce irremediablemente a la muerte. Como lo describe Harold Caballeros:
".....el reino de las tinieblas está mas bien replegado, ya que todos los hombres ya nacen dentro de él......el Reino de la Luz avanza agresivamente para quitarle, arrebatarle al diablo las almas de las personas."
Jesús predicó acerca del reino de Dios, hizo demostraciones de su presencia e instauración entre nosotros al sanar y liberar a personas que estaban bajo la opresión de los demonios. Pero lo más importante de este avance del reino de la luz es que no se quedó allí, Jesús lo llevó al extremo de la victoria total, hasta "inutilizar" y "neutralizar" las obras de Satanás. Todo esto lo hizo a través de su muerte en la Cruz del Calvario, ya que el llegó a ella:
para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al Diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre. (Hebreos 2: 14b,15)
Entonces, básicamente puede reducirse el conflicto de dos mundos a una guerra de liberación donde el ejercito atacante busca recuperar a hombres y mujeres que han sido sometidos a servidumbre por parte del reino de las tinieblas. Se parte de la premisa de que el Diablo fue destronado de su posición, su poder ha sido quebrantado, y que cualquier persona puede ser liberada del poder de las tinieblas y ser traído al reino de Dios. Todo esto habla de una cosmovisión particular dominante durante la época del ministerio de Jesús, y los años subsiguientes que presenciaron el surgimiento de la iglesia primitiva, y que contrasta la oposición directa y violenta entre las fuerzas de Jehová y las de Satanás. Las características principales de esta manera de ver el mundo y el ámbito espiritual pueden resumirse de la siguiente manera (Boyd, 1997; Mora, 1998):
1) La cosmovisión hebrea sufrió una gran transformación en el período entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Después de varios años de dolorosa opresión bajo autoridades paganas y de sanguinarias matanzas, muchos judíos comenzaron a considerar que otras fuerzas, dominios, espíritus o reinos habían entrado en conflicto con Jehová.
2) Algunos judíos, debido a los sufrimientos experimentados, llegaron a la conclusión de que Jehová estaba perdiendo, en parte, esta batalla. Específicamente por las malas condiciones en las que el pueblo se encontraba y el aparente abandono en el que se encontraban sumidos. Por lo tanto tenían la convicción de que pronto Él vendría a reclamar su cosmos, a destruir sus enemigos y a re-establecer su trono o dominio sobre la tierra.
3) El ministerio de Jesús tiene que ser comprendido desde estos puntos de vista. Para Él, Satanás ha tomado ilegítimamente el poder sobre el mundo ejerciendo una influencia controladora sobre éste. Por ello, tres veces en el evangelio de Juan, Jesús se refiere a Satanás como "el principe (archon, denota al oficial más alto de una región en el mundo greco-romano) de este mundo" (Juan 12:31; 14:30; 16:11).
4) Igualmente, cuando Satanás le declaró que podía darle "autoridad y gloria" sobre todos los reinos de la tierra, Jesús no discutió con él (Lucas 4:5-6), sino que lo reprendió por la propuesta, “si postrado me adorares”. Para Jesús, Satanás tiene el control momentáneo del mundo, pero no sucumbe a la tentación de adorar a este tirano como forma de recuperar el dominio sobre los reinos del mundo (Lucas 4:7-8).
5) Jesucristo, y el resto de los escritores del Nuevo Testamento están de acuerdo en que el mundo está bajo el poder del maligno (1 Juan 5:19), que Satanás es el dios de este siglo (2 Cor 4:4), y el principe de la potestad del aire (Efesios 2:2). Es interesante observar, cómo vio Pedro el ministerio de Jesús en el discurso de la casa de Cornelio: anduvo haciendo bienes y sanando a los oprimidos por el diablo (Hechos 10:38).
6) Para Jesús el reino de la maldad está unificado bajo el comando de un general en jefe, Satanás (note Satanás y sus ángeles, Mt 25:41). Por lo tanto no se divide (Mr 3:24), y la principal estrategia para su derrota se basa en tratar de atar al hombre fuerte (Mr 3:27).
7) Los evangelios describen al dominio satánico como amplio, vasto y global. Observe la gran cantidad de posesiones demoníacas, multiples posesiones y personas afectadas. Se entendía al mundo como saturado de demonios con influencias destructivas.
8) Jesucristo nunca apeló a "la voluntad divina" como justificativo de enfermedades, afecciones emocionales o muertes. Para él siempre fue, la corrupción de la creación original a causa de las influencias satánicas (Lucas 13:11,16). La salvación debe ser vista no sólo como "regeneración espiritual" sino como liberación del dominio de Satanás. Jesucristo no se refirió a las enfermedades sólo con ese término sino que las llamó azotes o plagas (Mr 3:10; 5:34; Lc 7.21). De acuerdo con esto, la sanidad divina es definitivamente una forma de liberación.
Ciertamente, toda la confrontación de Jesús, sea con fuerzas visibles o contra demonios, era la manifestación de la lucha entre el reino del bien y el reino del mal. Se encuentran en los evangelios diversas instancias en las cuales Jesús tuvo oportunidad de explicar y hacer alusiones a esta confrontación, particularmente refiriéndose a las características de la instauración del reino de Dios. Una de esas instancias se encuentra en Mateo 12:22-29 donde Jesús nos presenta cuatro detalles característicos de esa confrontación:
1) Existe un reino de Satanás: Al responder a los atónitos fariseos que atribuían la sanidad de aquél hombre ciego y mudo a Beelzebú, Jesús hizo una referencia al reino de Satanás en el versículo 26, preguntándoles cómo podía prevalecer ese reino de maldad si atentaba contra si mismo echando fuera los demonios que lo sostienen. Posteriormente en el versículo 29, Jesús se refiere al "hombre fuerte" y a sus "bienes" para describir a los componentes de ese reino.
2) El echar fuera demonios es una característica de la instauración del reino de Dios: Es una referencia al hecho que el poder de Dios está invadiendo al reino de las tinieblas, confrontando su maldad . En palabras del propio Jesús (v. 28):
Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
Como ya se indicó previamente, en Lucas 10:1-20 cuando se presenta la misión de aquellos setenta discípulos enviados de dos en dos por el propio Jesús, se hace referencia a la autoridad y total dominio sobre los demonios como una característica de la proclamación del reino de Dios (ver versículos 10:9 y 10:11), hasta el punto de llegar a la caída de Satanás (v.18).
3) La guerra se define en términos del botín final: Como en todas las batallas existe una razón de ser, y un botín que quiere ser arrebatado por el bando ganador. Jesús se refiere a esto en términos de la necesidad de saquear los bienes del hombre fuerte (V. 29). El ministerio de Jesús consiste en derrotar al hombre fuerte y tomar su botín (Lucas 11:21).¿Cuáles son estos bienes que conforman el botín de guerra? Como ya se dijo, se trata de las almas de los hombres que han sido absorbidos por el reino de Satanás (Efesios 2:1-4).
4) El reino de Dios, no es estático, avanza: El desalojo de los demonios es una señal del avance del reino de Dios (Mateo 12:26). Este reino se acerca a los hombres (Lucas 10:9,11), no es mera palabrería (1 Cor. 4:20), y tampoco son normas (Rom. 14:17). El avance del reino constituyó el primer mensaje de Jesús (Marcos 1:14) y los hechos y señales que le sucedieron demostraron esa aseveración. Incluso, los hombres pueden pedir su instauración al Padre, diciéndole: "venga tu reino" (Mateo 6: 10).
En resumen, predicar el evangelio de la buenas nuevas no es otra cosa sino declarar la guerra al reino de Satanás. Creer en Jesús es hacerse partícipe del Reino y por ende de la guerra. El discipulado es permitir que le reino de Dios sea instaurado en nuestra vida, cambiándonos y liberándonos de las ataduras que el reino de las tinieblas nos había colocado. Si Jesucristo, y más adelante la recién formada iglesia, tenían esta conciencia clara, ¿Por qué nosotros los creyentes modernos muchas veces no percibimos la guerra del Reino?
1.4 Toma de Conciencia
¿Cuál es la importancia de tener un conciencia clara respecto a la cruenta guerra que el Reino de Dios libra? Para responder a esta pregunta habría que examinar cuál es el concepto que como cristianos manejamos acerca del reino de Dios.
Es menester indicar que el reino de Dios se hace presente entre nosotros, a partir de Jesucristo, a través de la acción del Espíritu Santo. Como lo dice René Padilla: “El reino que ha irrumpido en la historia por medio de Jesucristo continúa irrumpiendo en la historia por medio del Espíritu Santo. Y lo que resulta de su acción es la iglesia”, a la cual capacita para predicar el evangelio del reino y “hacer discípulos a todas las naciones”.
Cuando Jesús comenzó a predicar el evangelio del reino, las fuerzas espirituales de maldad respondieron contra él, buscando su muerte, y tratando de mantener la hegemonía de ellas. De la misma manera, si intentamos hoy, en virtud del poder del Espíritu Santo, la instauración del reino de Dios, veremos como esas fuerzas se oponen, porque sienten que su territorio se va achicando y limitando hasta que llegue la derrota absoluta. Sólo al comenzar a proclamar y ver instaurado el reino de Dios en nosotros mismos, nuestras familias, comunidades, ciudades y naciones, es cuando comprobamos que existe una guerra del Reino, y que ella es de índole espiritual.
Ahora bien, históricamente, la iglesia ha respondido de diversas maneras al desafío de la instauración del reino de Dios, y por ende a la lucha espiritual que ello trae como consecuencia. En general, encontramos cuatro aspectos de la vida de la iglesia que han sido particularmente negativos. Ellos son:
1) Asimilación: El participar del reino de la luz hace al cristiano diferente. Las mismas palabras de Jesús nos dice en Mateo 5:14: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder", indican claramente la pertenencia de la iglesia al reino de la luz. Sin embargo, como bien lo demuestran las cartas a las siete iglesias que encontramos en el libro de Apocalipsis (Caps. 2 y 3), una iglesia puede deslizarse progresivamente llegando a "asimilar" la cultura circundante hasta el nivel de comprometer su testimonio y su posición en Cristo. En relación a la iglesia de Tiatira (Apocalipsis 2:18- 29) puede decirse que (Mora, 1994):
"La clave del sistema de Jezabel es la mezcla y la fusión de todos los cultos, quitándole la prioridad a Jehová, de allí el paralelismo con la fornicación y el adulterio, en el sentido espiritual. No es otra cosa sino la representación de una iglesia que ha comenzado a transigir con el ambiente que la rodea, no para transformarlo al cristianizarlo, sino para absorber sus ideas y preceptos en el culto diario, y así, convertirse al mundo."
Es un proceso de infiltración donde las enseñanzas de falsos maestros hacen estragos hasta llevar a la iglesia "a preocuparse excesivamente con parecerse al mundo que termina no teniendo nada que decirle a ese mismo mundo que la rodea" (Wright, 1992). Una iglesia en esas condiciones no tiene sensibilidad hacia la lucha espiritual, porque para ella todo es cuestión de esfuerzos y habilidades humanas, tal y como es regida la sociedad de nuestros días. Esto es menospreciar la obra de Jesucristo en la Cruz del Calvario y apelar a nuestras propias obras, planes e ideas, muchas veces para satisfacer caprichos que están fuera del plan de Dios. Sin embargo, en el libro de Jeremías (15:19-21) hay una promesa para aquellos que deciden firmemente, mantenerse "diferentes" al sistema reinante:
Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mi estarás; y si entresacases lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra tí, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová.
En otras palabras, ser portadores del mensaje de Dios, sin comprometerlo, siendo protegidos por el propio Jehová en nuestras luchas por la instauración del reino.
2) Dualismo: La división artificial entre el mundo físico y el mundo espiritual ha circundado las mentes de muchos creyentes cristianos a lo largo de los siglos. Lo que esta división trae consigo es una clase de pensamiento en el que se ve a Dios como únicamente interesado en lo que se denomina "espiritual", y sin ningún interés en cualquier otro aspecto de la vida. Este concepto lleva a la enfermedad de la sectorización, donde el creyente tiene sus mundos privados, uno para la familia, otro para el trabajo y otro para la iglesia, pero Dios tiene su lugar sólo en el último. Este es el mundo de la religión mal entendida, con sus prácticas y ritos esclavizantes y que no tienen ningún efecto contra la maldad que nos rodea. Como lo observó el profeta Isaías:
¿No es mas bien el ayuno que escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?, ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas el desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? (Isaías 58:6-8)
En el pasaje, el profeta condena una práctica religiosa que opera sólo en la esfera privada del creyente, sin ninguna relación con la necesidad de justicia social del ambiente que les rodeaba. Es evidente que esta manera de pensar y actuar rechaza el confrontamiento directo con los sistemas del mundo, y con toda manifestación de la maldad en las comunidades y ciudades donde las iglesias están enclavadas, y finalmente, lleva a un aislamiento progresivo. ¡Qué diferencia con aquél Pablo, y aquella ungida iglesia de Efeso que arruinaron el lucrativo negocio de los plateros e hicieron que éstos se llenaran de ira! (Hechos 19:23-41). Porque como ya se dijo, el mensaje del reino permea todo ámbito, sea este natural o sobrenatural.
3) Escatología deficiente: Cuenta John Stott en su libro La Fe Cristiana Frente a los Desafíos Contemporáneos, lo siguiente:
En demasiados casos los evangélicos hemos sido, o tal vez aún somos, escapistas irresponsables....... Durante un seminario sobre futurología realizado en los Estados Unidos, una estudiante reaccionó con el siguiente comentario: "¿Se dá cuenta que si empezamos a alimentar a los pobres, las cosas no van a empeorar, y si las cosas no empeoran, Jesús no volverá?".
Esta estudiante era sincera en su comentario. ¿Cuántos de nosotros no somos confrontados día a día con cristianos que se alegran porque la situación nacional va de mal en peor?, o con aquellos que han predicho con exactitud la fecha del retorno de Cristo. En Hechos 1:7- 8 Jesús respondió a la pregunta de los discípulos sobre cuándo sería la restauración del reino de Israel, de la manera siguiente:
No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero
recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
La frase "No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones" resalta en esta cita, indicándonos de una manera clara que ésta es una preocupación innecesaria, y que nuestro principal énfasis debe estar en "ser testigos". Sin embargo, como lo expresaba sarcásticamente un predicador “hay cristianos que están esperando el "rapto", mientras ven a ejércitos de brujos propagarse en sus vecindarios.....”. En otras palabras, una mala formulación de la escatología cristiana ha llevado a los creyentes en muchos lugares a aceptar el dominio de las fuerzas satánicas como una indicación de la pronta venida de Cristo. Ante tal manera de pensar, difícilmente se pueda hablar de guerra, y el armamento del cristiano es mas defensivo que para destronar las obras del diablo.
4) Comodidad e Ignorancia: La superficialidad creciente del cristiano moderno, plasmada en su deseo de recibir sólo recetas fáciles del tipo "cómo....", está llevando a una ignorancia progresiva de las verdades profundas que encierra la palabra de Dios. En otras palabras, la comodidad y la flojera conducen progresivamente a la ignorancia. Esta situación no es nueva en la iglesia, ya en algún momento las primeras comunidades cristianas se enfrentaron con ese problema. En la Epístola a los Hebreos se nos habla de la necesidad de que el creyente esté ejercitado en el "discernimiento del bien y del mal" (5:14) como resultado del crecimiento y la madurez espiritual. Allí se hace una fuerte referencia al entrenamiento, al "uso" de los sentidos como la manera de adquirir esta sensibilidad. Dice Jay Adams:
El cristiano maduro, después de un cierto período de tiempo, al tomar decisiones correctas y vivir de acuerdo con ellas, agudiza sus sentidos para responder automáticamente y habitualmente al bien y al mal. El desarrolla un "olfato" para la verdad
Sin embargo, los creyentes a los que la Epístola iba dirigida no estaban en este nivel espiritual, debido a que se habían hecho "tardos para oír". El mismo Adams se refiere a una persona tarda para oír como alguien carente de empuje, iniciativa, y agresividad, que está desarrollando un estado de letargo y flojera acerca de la fe el cual le lleva a ser incapaz de aplicar convenientemente las verdades bíblicas a su vida. No es muy complicado imaginarse que ante tal situación exista un desconocimiento del conflicto entre el reino de Dios y el de las tinieblas, y de todos los resultados que tal confrontación produce en los hombres y en la sociedad. La guerra del reino produce la necesidad de mantener disciplinas cristianas férreas y un conocimiento profundo de la palabra de Dios. Una buena manera de entender esta necesidad es mediante la observación y análisis de las respuestas de Jesús a Satanás en las tentaciones en le desierto (Mora, 1998). Ante esta necesidad de preparación, una persona tarda para oír buscará todas las excusas que sean necesarias para eludir la confrontación, el conflicto espiritual, a toda costa, o bien se conformará con las fórmulas fáciles y rápidas.
1.5 Recuperando la cosmovisión y la compasión de Jesús Saliéndonos de estos modelos antibíblicos acerca de la posición de la iglesia frente al reino de Dios, sería conveniente que repensaramos nuestra percepción del mundo y volvieramos a la cosmovisión de Jesucristo. En ese trabajo de discernimiento podríamos percibir con gran claridad el efecto de Satanás y sus huestes en la humanidad y la creación en general. Veríamos como, en un paralelo con el endemoniado de Gadara, las fuerzas del mal adquieren visibilidad y poder a través de hombres, y de los sistemas y estructuras creados por la humanidad. Ni siquiera los grupos religiosos escapan a ese deseo avasallante de recuperar su dominio que estas fuerzas poseen. Es una guerra estratégica y dentro de ella nos toca a nosotros, la iglesia de Cristo, desenmascarar las estructuras, fortalezas, ataduras, vanas maneras de pensar, ideas, principados y potestades que se resisten a la instauración del Reino de Dios. Una vez recibida esta revelación, es absolutamente necesario comenzar a interceder, buscando a través de las oraciones cambiar el curso de la historia, para que el dominio satánico sea "atado" y derribado. En palabras de Walter Wink:
La iglesia tiene muchas funciones que no se relacionan directamente con las potestades. Sin embargo, en lo que a ellas respecta, su tarea es desenmascarar sus pretensiones idolátricas, identificar sus capacidades e intenciones deshumanizantes, arrebatarles el manto de respetabilidad que las cubre y arrancándoles las víctimas de sus manos.
La intercesión, aunque considerada por muchos como una actividad puramente contemplativa, debe conducir a la acción. Dado que muchas de las manifestaciones de los efectos del ataque de las huestes de maldad tienen que ver con el entrabamiento de la justicia, el anhelo de dominio y la destrucción progresiva de la humanidad del hombre, por ello, la intercesión nos debe sensibilizar mediante la identificación con las víctimas de esta guerra, y al mismo tiempo nos debe proveer las soluciones creativas para el rescate y la restauración de los hombres. En otras palabras, es absolutamente necesario vencer con el bien el mal. Siendo coherentes, esto no sería más que la recuperación de la compasión de Jesús, no como actos de fe solamente, sino como obras que respalden nuestra fe.
Engaño, rebeldía, facilismo, individualismo, corrupción, marginalidad, superficialidad en la relación de pareja, superficialidad en la relación padres-hijos, carencia afectiva, paternidad irresponsable, machismo, violencia, ocultismo, gobiernos corruptos, explotación, racismo y muchas otras cosas han venido a formar parte, de una manera casi natural, de la vida del latinoamericano, y del venezolano en particular. Estas son las manifestaciones del reino de las tinieblas y de la obra sistemática de los principados y potestades en nuestras naciones, y nosotros, la Iglesia de Cristo, estamos llamados a instaurar el reino de la Luz en ese contexto.
Estamos en el mundo pero no formarmos parte de él, hemos sido llamados a libertad y no a "hacer prosélitos". Además, somos el modelo terrenal de lo que será la sociedad justa dirigida por Cristo mismo en lo lugares celestiales. Basta ya de jugar a la religión, comencemos a ejercer nuestra función de "reyes y sacerdotes", y pongamos en práctica nuestra autoridad, intercesión, y compasión para que nuestros hermanos de sangre, en esta y la próxima generación, sean alcanzados por el Reino de Dios y la sanidad pueda fluir como un río.
Referencias
1. Caballeros H., Conferencia 3 (en cassette), Congreso para el Crecimiento de la Iglesia, Instituto Cristiano Apostólico, Caracas, 1993.
2. Boyd G., God at war: The Bible and Spiritual Conflict, IVP, Downers Grove, 1997.
3. Ladd G.E., El Evangelio del Reino, Editorial Vida, Miami, 1985. 4. Mora F.A., Una Evaluación Bíblica de la Iglesia: Estudio sobre las cartas a las siete iglesias, Comunidad de Vida Cristiana-Los Teques, 1994.
5. Mora F., Jesucristo: Hombre, Mensaje y Mesías. “Las tentaciones de Jesús”, Comunidad de Vida Cristiana-Los Teques, 1998.
6. Stott J., La nueva humanidad, Editorial Certeza, Buenos Aires, 1987
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8. Wright T., Bringing the church to the world, Bethany House, Minneapolis-Minnesota, 1992.
9. Adams J., A call to discernment, Harvest House Publishers, Oregon-USA, 1987.
10. Padilla R., El Reino de Dios y la Iglesia, en El Reino de Dios y América Latina, Casa Bautista de Publicaciones, 1975.
11. Wink Walter, Engaging the powers, Fortress Press, Minneapolis-USA, 1992.
12. Wink Walter, Naming the powers, Fortress Press, Minneapolis-USA, 1984.
13. Van Rheenen, Communicating Christ in animistic contexts, Baker, Gran Rapids-Michigan, 1991.
Sobre el autor: Fernando Mora: Recibió al Señor en agosto de 1978. Desde 1988 sirve como pastor y anciano de la Comunidad de Vida Cristiana, iglesia recientemente afiliada a La Viña Internacional. Es profesor universitario desde 1979. Está casado con Nora y tiene cuatro hijos adolescentes. Se interesa en el impacto de la iglesia en la cultura y en la restauración de los afligidos por los efectos de la postmodernidad.
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