En el marco de la Palabra de Dios, origen de todas las cosas, todo se relaciona con el concepto de matrimonio y familia. Todo está escrito realmente en clave familiar.
En estos tiempos donde el matrimonio y la familia están sufriendo un ataque sin precedentes, nos toca recordar que su origen no tiene que ver con un intento de la civilización para organizarse socialmente, tampoco se trata de una institución creada por ninguna ley humana ni sujeta a contratos condicionales, como parecen hacernos creer las legislaciones de muchos países; ni mucho menos el matrimonio y la familia se pueden tergiversar y depravar, admitiendo otros supuestos distintos a una unión heterosexual monogámica y con carácter de permanencia.
La familia no es una institución humana sino divina y es Dios quien la creó con unas bases bien definidas y un propósito claro. Por ello el matrimonio como institución no nace de la cultura sino de la mente de Dios en el marco de la creación. Todo lo cultural es adaptativo y debe amoldarse a las nuevas exigencias y cosmovisión de los tiempos, sin embargo todo lo que nace en el contexto de la creación y por tanto antes de que la civilización y la cultura comiencen a desarrollarse, no es adaptativo sino normativo para todo tiempo y edad, no pudiendo ser manipulado ni adulterado a tenor de las filosofías o políticas de turno.
La hermenéutica es la ciencia bíblica que se encarga del estudio del texto bíblico. Una de sus reglas dice que la repetición indica alto nivel de importancia y que todo pasaje o texto que se repita a lo largo del registro bíblico, ha de ser considerado de importancia especial. El versículo que más veces se repite en la Biblia es Génesis 2:24[1], lo que debe darnos una idea del alcance e importancia que tiene este pasaje. Vamos brevemente a considerar sus tres elementos clave:
a. “Dejará el hombre a su padre y a su madre” El primer elemento clave del matrimonio incluye un componente de cierta ruptura. El hombre y la mujer que van a contraer matrimonio deben dejar su familia origen, es decir su antiguo núcleo familiar para pasar a formar un nuevo núcleo familiar. Todo nuevo estado implica abandonar algo que ha sido hasta ese momento, para asumir algo que empieza a ser a partir de ese momento.
b. “Se unirá a su mujer” La palabra hebrea utilizada aquí hace referencia a una unión similar a la que se produce cuando pegamos dos hojas de papel y las unimos de forma que ya no se pueden volver a separar, so pena de que ambas se rompan. Su significado principal tiene que ver con “adherirse a”, “pegarse a”. La idea de esta unión es una unión vital y permanente “ya no serán más dos sino uno.” La cita bíblica de “lo que Dios juntó no lo separe el hombre”, alude a este compromiso de permanencia que es la base del amor ágape.
c. “Serán una sola carne” Este último elemento del matrimonio reúne en sí mismo la consecuencia lógica de haber dejado el antiguo núcleo familiar y pasado a formar uno nuevo fundado sobre la base de una unión estable y permanente. Dentro de ese marco relacional es donde tiene sentido hablar de la intimidad sexual, donde hombre y mujer pueden compartir partes muy sensibles de su persona, su cuerpo y su alma, su propia vulnerabilidad interior, sin sentirse avergonzados y en un contexto de intimidad. Aquí la relación sexual adquiere su máximo potencial al estar asentada sobre valores de afectividad y compromiso.
Gn.2:24 la institución del matrimonio unida al mandato cultural de “fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y administradla”, nos lanza la idea de diseño y propósito. Dios diseña el matrimonio con el propósito de que el hombre y la mujer inicien la aventura de conquistar la tierra y fundar su propia historia, su propia familia bajo las premisas de unidad, indisolubilidad y apertura a la vida.
Dt.6 es uno de los capítulos cuyos primeros versículos constituyen la gran oración del pueblo judío. Especialmente los rabinos y maestros de la Ley aun hoy portan sobre sus cabezas la filacteria, que consiste en un saquito de cuero donde están contenidas distintas partes de las Escrituras y concretamente las referidas a Dt.6. Dios era muy consciente de que su pueblo iniciaría una dispersión que aun hoy perdura, y que serían esparcidos por toda la faz de la tierra. En esas circunstancias y para mantener su identidad de pueblo elegido y su fidelidad a la Ley Sagrada, Dios estableció que el núcleo principal donde recordar la Ley y buscarle a Él, era la familia: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa…, y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas”. (v.6-9)
Asimismo y a lo largo de todo el Antiguo Testamento la relación de Dios con su pueblo está descrita y definida en términos conyugales, y su propio texto sagrado finaliza en el libro de Malaquías con una profecía sobre la restitución futura del orden familiar (Mal.4:6).
El Nuevo Testamento comienza con la genealogía y familia del propio Jesús quien entra en la escena de la historia humana a través del orden natural establecido por Dios: la familia. Y aun en la segunda venida al final de los tiempos, la relación de Cristo con su Iglesia es de orden marital, Cristo vuelve a por su novia y la historia culminará con las bodas del Cordero.
En base a todo lo dicho, concluimos que el matrimonio y la familia es y seguirá siendo por derecho propio, la célula básica y troncal de toda sociedad o civilización desde el principio de los tiempos y aún más allá del final de los mismos. La familia es el pasado, presente y futuro de la humanidad.
[1] Mt.19:5 (contexto divorcio) Mc.10:7 (pasaje paralelo a Mt.19) Sl.5:31 (relación de Cristo y la Iglesia) I Cor. 6:16 (adulterio) Sólo igualado por el versículo que alude a la justificación por la fe. J
Juan Varela
Director del Instituto de Formación Familiar www.institutoinffa.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario