El Cielo, un lugar de progreso




Con demasiada frecuencia la gente se imagina que el cielo será un lugar no sólo de descanso sino además, de inactividad, algo como unas vacaciones que nunca terminan. Un cristiano joven dijo: “Pienso que el cielo será aburrido, todo el día sentados en una nube tocando el arpa”. ¿A quién le gustaría ir a un lugar tan soso y aburrido? ¿A quién le gustaría ser eternamente tumbado en un sofá”? 

La verdad es que el cielo es un lugar de interminable progreso, crecimiento y revelación. Las palabras de Pablo en Efesios 2:7 indican esto: “para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. Esto significa que durante la eternidad Dios nos estará enseñando lo que le supuso enviar a Su Hijo a morir por nosotros en el Calvario. Si Él va a estar enseñando, obviamente nosotros estaremos aprendiendo. Sí, el cielo será una escuela donde Dios será el maestro y todos los redimidos los alumnos. El curso durará la eternidad. con la Biblia como texto, la multitud de los redimidos se matriculará en la asignatura: “la gracia y bondad de Dios”. El tema es infinito, desde luego. 

Personalmente anticipo que habrá otras asignaturas. La misma Biblia, siendo un libro infinito y eterno, será la base de un sin fin de estudios. A penas hemos rascado la superficie en esta vida. Hay tesoros en las Escrituras que maravillarán nuestras almas en el otro lado. Hay misterios inexplicables ahora que entonces se aclararán. 

Es posible que cuando lleguemos al cielo, veamos desplegado delante nuestro todo el panorama de historia bíblica. ¿Te gustaría ver lo que sucedió cuando Dios habló e hizo existir los mundos? A mí, sí. ¿O cómo era el huerto de Edén antes de ser arruinado por el pecado? Quizá te gustaría ver el arca de Noé flotando pacíficamente por encima de las montañas más altas? ¿Cómo sería ver aquella escena conmovedora en el monte Moríah cuando Abraham llevó a Isaac para sacrificarlo en holocausto a Dios? ¡Mira! He allí los hijos de Israel pasando el mar Rojo y detrás suyo vienen las tropas de Faraón, persiguiéndoles. Otra escena será cuando se dio la ley en el monte Sinaí, con relámpagos terribles. Después verás al pueblo de Judá cautivo en Babilonia.

 Al venir al Nuevo Testamento, veremos Belén con el letrero “completo” en el mesón, y más tarde, al Señor Jesús predicando el Sermón del Monte. Getsemaní aparece, lleno de pasión indescriptible. Pero lo más conmovedor, por supuesto, sería ver la escena del Calvario tal como sucedió, y al Señor Jesús colgado en la cruz, llevando los pecados del mundo. Luego quizá veremos la mañana de la resurrección, y el Cristo resucitado y apareciendo primero a las mujeres, y luego a los demás. De momento tenemos nuestro propio concepto mental de lo que sucedió en aquellas ocasiones, pero no concuerdan. En aquel día veremos las versiones auténticas. 

Piensa así. Los rayos de luz que alumbraron estos sucesos están en algún lugar en el universo. Verdad es que han sido revueltos y distorsionados de modo que ya no se pueden reconocer. Pero si Dios puede traer y formar de nuevo los cuerpos de los que han muerto en la fe, ¿le sería imposible recuperar la luz de los eventos de Génesis a Apocalipsis para que los veamos? Por supuesto que lo puede hacer. Pero no tendría que hacerlo. Simplemente podría tocar el botón “play”, por así hablar, y el panorama se desplegaría delante de nuestros ojos. 

Cuando desde la calle miramos un desfile, sólo vemos lo que pasa delante nuestro de momento. Pero si pudiéramos colocarnos en un edificio alto, veríamos todo el desfile de principio a fin. En el cielo estaremos a una altura suficiente para revelar todo el desfile de la historia, desde la creación hasta los cielos nuevos y la tierra nueva. 


Por otra parte, considera esto: La luz viaja a la velocidad de 299.790 kilómetros por segundo. La vista histórica de lo que está sucediendo ahora tardará aproximadamente 1.660 años luz en llegar a Orión. Otra forma de decirlo es, si miramos Orión ahora, lo que vemos es historia, algo del pasado en lugar de eventos corrientes. De hecho, si pudiéramos estar en Orión y mirar la tierra con un telescopio potente, podríamos ver a Alejandro Magno en su cenit (338-328 a.C.). O si pudiéramos mirar desde un lugar a una distancia de entre 2.000 y 2.100 años luz, podríamos ver la vida y los tiempos del Señor Jesús. 

O piensa así en el asunto. El tiempo, tal como lo conocemos, no existirá en el cielo. Nuestro calendario se basa en el hecho de que la tierra gira alrededor del sol cada 365 días, 5 horas y 48 minutos. esta relación no estará en vigor en el cielo. Quizá no habrá pasado ni futuro, sino sólo un eterno presente. Si es así, esto significa que el Calvario y los demás sucesos bíblicos serán contemplados como una realidad siempre presente. 

Si esto parece demasiado complicado, simplemente maravíllate con el hecho de que la Biblia que hasta ahora has conocido en blanco y negro, posiblemente entonces será vista a todo color en el cielo. 

Los Milagros de la Creación 

En la escuela del cielo es de esperar que el Señor nos enseñe las maravillas de Su creación natural. Ahora vemos y entendemos muy poco, por ejemplo, las dimensiones del universo estelar. ¿Quién puede dudar que: “en cuerpos resucitados, sin las cadenas de la gravedad, los redimidos del Señor tendrán una eternidad para explorar lo infinito del espacio... por fin el hombre llegará a las estrellas”?

 Adoraremos al Señor por las maravillas del cuerpo humano: voz, vista, oído, tacto, gusto, olfato. también por el corazón y el sistema circulatorio, la estructura del esqueleto, los músculos, el sistema nervioso, y por los logros maravillosos del cerebro humano. Tendremos respuestas a nuestras preguntas acerca de la mente, el alma y el espíritu, cosas que nunca hemos llegado a entender ni apreciar correctamente. 

Al contemplarla desde el cielo, aprenderemos cuán perfectamente apta la Tierra era para los seres humanos: la presencia del agua, la atmósfera perfecta, la perfectamente ajustada rotación del planeta que produce las estaciones del año. 

Tendremos una nueva apreciación de cómo Dios provee alimentos para todas Sus criaturas. ¡Qué maravilla de logística! Veremos lo poco que sabíamos acerca de la formación de un niño en el vientre de su madre. 

Y preguntaremos atónitos cómo un pueblo racional jamás podía creer que todo sucedió mediante algo como la evolución, ¡la idea absurda de que detrás de todo diseño intricado no hubo diseñador!

La Providencia Divina 

Por fin podremos mirar detrás de las escenas de la historia y ver cómo Dios estaba obrando para el bien de los que le aman. Comprenderemos la cronología y la secuencia de los hechos que en su momento nos parecieron abstractos. Entonces veremos claramente que nada sucedió al azar, que no hubo accidentes, y lo que nos había parecido coincidencia era en realidad providencia divina. Las cosas que no se realizaron, resulta que fue así por diseño divino. Todo lo que nos pareció equivocado o desafortunado estaba bien. 

En el cielo veremos cómo fuimos protegidos por el ejército invisible de Dios. Seremos como aquel hombre de los días de Elías, que cuando el Señor abrió sus ojos, vio la montaña llena de carros y caballos (2 R. 6:17). Estará claro que los que estaban con nosotros eran más que las huestes de Satanás desplegadas en nuestra contra. 

Será una revelación de cómo Dios guiaba a Su pueblo, cómo usó las tormentas para Sus propósitos, cómo proveyó las necesidades de la vida y cómo hizo a la ira del hombre alabarle. Veremos cómo los hilos oscuros del tapiz divino de nuestras vidas eran tan necesarios como los de plata y oro, en Su plan para nuestras vidas. 

Y por fin veremos resuelto perfectamente el misterio del sufrimiento.

 No ahora, sino en años venideros, 
Sí, en la tierra mejor,
 Leeremos el sentido de nuestras lágrimas, 
Y allí, por fin, entenderemos. 
Tomaremos los hilos rotos, 
Y terminaremos lo que aquí comenzamos, 
El cielo los misterios explicará, 
Y entonces, allí, entenderemos. 
Sabremos porqué estaban las nubes, 
Sobre muchos planes nuestros, 
Porqué cesó el cántico apenas comenzado, 
Allí, en aquel día, entenderemos. 
Porqué lo que más deseamos, 
A menudo elude nuestras manos, 
Porqué caen castillos y colapsan esperanzas, 
Allí, arriba, un día, entenderemos. 
Dios conoce el camino, la llave tiene Él, 
Con mano inerrante nos guía, 
Sin lágrimas veremos un día, 
Sí, allí, arriba, entenderemos.
Maxwell N. Cornelius

Tiempo de Testimonio

También veremos las maravillas de Dios en la redención. Escucharemos testimonios fascinantes de todos los que han sido salvos por la maravillosa gracia de Dios. Cada uno tendrá una cosa en común con los demás: todos habrán sido salvos por la gracia mediante la fe en el Señor Jesucristo. Pero cada uno será distinto en cuanto a los pasos por los cuales fue atraído al Señor. “Unos por las aguas, otros por inundación, otros por fuego, pero todos por la sangre”. 

Los que antes eran ateos y agnósticos contarán cómo nunca hallaron paz hasta que la hallaron en Cristo. Los críticos relatarán cómo intentaron desacreditar la Biblia, pero acabaron siendo sus defensores más tenaces. Escucharemos cómo vidas de borrachera y perversión fueron transformadas en santidad. 

Los grandes mártires cristianos estarán allí con los salvos de la Reforma, redimidos por la sangre preciosa de Cristo. Los que antes eran budistas, hindúes y musulmanes contarán las circunstancias maravillosas por las que escucharon el evangelio y respondieron. 

No muchos de los sabios, fuertes y nobles de este mundo estarán allí, pero habrá multitudes de gente común que escuchó de buena gana la Palabra. Los que antes eran católicos y protestantes, clero y laico, comunistas y capitalistas, testificarán acerca de cómo experimentaron convicción de pecado y se volvieron al Salvador para recibir de Él el perdón. 

Habrá testimonios de conversiones de jóvenes, y otros de ancianos que fueron salvados poco antes de morir. Una persona explicará cómo creyó la primera vez que escuchó el evangelio, y otra explicará cómo se rindió a Cristo después de años de huir de Él.

Todos estos eran pecadores,
Inmundos delante de Él. 
Ahora en vestiduras blancas, 
Se unen en alabanza.
 A. T. Pierson 

El cielo retumbará con los testimonios de la gracia de Dios que convence y convierte. 

Otras Revelaciones 

Veremos mejor el enlace entre lo material y lo espiritual. Durante Su ministerio terrenal, el Señor Jesús continuamente sacó lecciones espirituales de lo natural. 

Habló del césped, el viento y la lluvia, 
De higueras, y de tiempo agradable, 
Y fue una delicia para Él, 
Juntar el cielo y la tierra. 
Habló de lirios, vides y maíz, 
El gorrión y el cuervo, 
Y palabras tan naturales y sabias, 
En corazones humanos fueron inscritas.
De levadura en pan, lino y tela, 
Huevos, pescado y velas, 
¡Ved cómo todo el mundo familiar, 
Con destreza divina maneja!
T. T. Lynch 

En este mundo se nos dio un vistazo de estas cosas. Pero en el cielo nos daremos cuenta de que todo predicaba una lección espiritual, si sólo hubiéramos tenido oídos para oír. 

¿Es posible que al llegar al cielo aprendamos que Dios tenía otros programas en marcha en otros lugares aparte de la Tierra? No se me malentienda. La Tierra es el único planeta que tiene vida como la conocemos. Es el único lugar donde Dios planeó la redención de la humanidad. Sólo en la Tierra fue erigida la cruz. En estos sentidos nuestro planeta es único. Pero un Dios tan grande como el nuestro podría muy bien tener otros programas en otras esferas. En la Biblia encontramos referencias breves a principados y potestades, gobernadores (huestes) en lugares espirituales. No hay nada en la Biblia que prohíba la idea de que los propósitos de Dios sean llevados acabo en el espacio intergaláctico. Esos planes, si existieran, por supuesto que no tendrían nada que ver con nuestra salvación. 

El científico Henry Morris escribe: 

¡La realidad detrás de todo este “terror y grandes señales del cielo” (Lc. 21:11) sólo puede ser porque realmente hay vida en el espacio! Pero estos habitantes vivos de las esferas celestiales no son ni super hombres en naves espaciales, ni glóbulos de protoplasma en fase de evolución. Al contrario, son “...ángeles poderosos en fortaleza” (Sal. 103:20), “espíritus ministradores , enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación” (He. 1:14), esto es, los ángeles de Dios. También existe en los cielos una gran hueste de ángeles rebeldes que siguen a “la serpiente, llamado diablo y Satanás, que engaña al mundo entero” (Ap. 12:9).

Será un tiempo glorioso. Con nuevo entendimiento, todos confesaremos: “En cuanto a Dios, su camino es perfecto”. Samuel Medley (1738-1799) lo expresó bien en su himno: 

Todos los santos nos uniremos a cantar, Nuestro Jesús todo lo ha hecho bien


Extraído de: William MacDonald; El Cielo; CLV Christliche Literatur-Verbreitung 

Sobre el autor: 
William MacDonald. Nacido en 1917 en Massachusetss, Estados unidos, partió con el Señor en 2007. Escribió más de ochenta libros sobre discipulado, evangelización, vida en la iglesia y relaciones matrimoniales. Es autor del excelente Comentario Bíblico de William MacDonald, publicado por CLIE. Cuando el Señor lo llamó a su ministerio realizó sus estudios en la Harvard School. Ejerció de profesor y fue presidente del Emmaus Bible College. Fundó conjuntamente con O. J. Gibson la Fairhaven Bible Chapeluna escuela de discipulado para jóvenes en Northern, California.





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