Cómo leer la Biblia como lo hacía Wesley, por David F. Watson


Hce poco leí el excelente libro de Scott J. Jones, La concepción y el uso de las Escrituras de John Wesley (Kingswood, 1995) -Nota: No hay edición en español-. Anteriormente había leído partes pero hasta ahora no lo había leído de tapa a tapa. Es una obra muy informativa. Lo recomiendo a cualquiera que se interese en Wesley y la Escritura. Especialmente desde la aparición de la alta crítica los creyentes wesleyanos/metodistas/pietistas han tenido dificultades en cuanto a cómo acercarse a la Biblia en su calidad de colección de escritos situados históricamente “y” como palabra revelada de Dios. 

El problema está en el “y” 

Wesley leyó la Biblia desde una perspectiva teológica específica. Siempre prefirió lo que llamó el “sentido literal” de la Escritura, pero a veces el sentido literal crea contradicciones con otros pasajes de la Biblia o comunicaba un sentido absurdo. En estos casos, uno tiene que ser más creativo para discernir el significado de lo que dice la Escritura. Con todo, había parámetros para la interpretación creativa. La “analogía de la fe” provee un marco teológico para leer la Biblia.  

Siga conmigo… Esto se va a poner un poco complicado.  

La analogía de la fe

La analogía de la fe es una forma de hablar acerca del contenido central de la fe cristiana tal como Wesley la entendía. Este contenido central tenía que ver ante todo con la salvación. Esta idea venía de la Escritura y también funcionaba como norma para interpretar la Biblia.  

Un resumen básico de la analogía de la fe es como sigue: Toda la gente está bajo el poder del pecado original. No podemos escapar de su poder por nuestros propios medios. Dios nos da a todos la oportunidad de arrepentirnos (gracia preveniente), aunque la mayor parte de la gente no lo hace. Pero para quienes se arrepienten y ponen su fe en Cristo para salvación, hay una nueva vida en el presente y una vida eterna en el mundo venidero. Por medio de la justificación Cristo remueve la culpa del pecado original y del pecado actual, y a través de la santificación nos permite vivir según la voluntad de Dios. El Espíritu Santo obra en nosotros a lo largo de toda nuestra vida, formándonos a la imagen de Dios por la santificación. Debemos esperar a llegar se perfectos en el amor en esta vida (perfección cristiana).  

En este esquema de la salvación Wesley asume algunos conceptos básicos. Presupone las doctrinas clásicas de la Trinidad, la encarnación y la resurrección. Presupone la muerte expiatoria de Cristo en la cruz. Asume la verdad del nacimiento virginal. Para Wesley todo esto estaba fuera de duda, a pesar del creciente escepticismo sobre la fe cristiana que se había levantado en Europa durante su vida.  

Cristinismo Primitivo

Wesley dio por sentado la verdad de estas afirmaciones de fe porque para él representaban el cristianismo primitivo. Esta era la religión de la iglesia primitiva, que había sido preservada fielmente en las tradiciones doctrinales de la Iglesia de Inglaterra. Para Wesley, el problema de la Iglesia de Inglaterra no estaba en su doctrina, sino en su práctica. Los anglicanos habían perdido el fuego. Tenían una forma de religión sin poder. Wesley quería restaurar dicho poder a la iglesia que amaba y servía.  

Wesley creía que Dios preservó la religión de la iglesia primitiva por medio de registrarla en la Escritura. De modo que, las interpretaciones de la Escritura que se desviaban de la fe de la iglesia primitiva estaban equivocadas y debían corregirse por medio de la analogía de la fe. Este esquema es obviamente un razonamiento en círculo. La Escritura comunica la fe de la iglesia primitiva y la fe de la iglesia primitiva (la analogía de la fe) dirige la interpretación de la Escritura.  

¿Cómo evaluaremos y nos apropiaremos de esta manera de leer la Biblia hoy? No es una pregunta que se pueda responder fácilmente. La historia del desarrollo de la doctrina y la canonización de la Biblia son más complejas de lo que Wesley imaginó. Según mi opinión, opera de la siguiente forma:  

Un canon doctrinal básico precedió a la forma final del cano cristiano de la Escritura

Ya en el primer siglo se empieza a ver el surgimiento de algunas formulaciones doctrinales básicas (por ejemplo, Filipenses 2:5-11, Colosenses 1:15-20). En el segundo siglo, aparece el Antiguo Símbolo Romano (precursor del Credo Apostólico), junto con la Regla de Fe que Ireneo preservó. Expresado de otra manera, los parámetros básicos de la fe cristiana fueron establecidos muy temprano, y estos parámetros sirvieron como criterio para la selección de los escritos cristianos que llegarían a formar la Escritura. Con el tiempo, las obras que enseñaban la fe de la iglesia empezaron a ser usadas mucho más. Las obras que no enseñaban dicha fe cayeron en desuso.  

Aunque la iglesia antigua usó el Antiguo Testamento desde el tiempo de Cristo en adelante, la formación del Nuevo Testamento tomó varios siglos. Aunque los contornos básicos de la doctrina cristiana habían sido establecidos en el segundo siglo, un canon sólido del Nuevo Testamento no existía todavía. En el segundo siglo empezamos a ver la aparición de cuatro evangelios junto con la colección de algunas cartas del Nuevo Testamento. La forma final de canon novotestamentario no surgió sino hasta mediados del siglo cuarto. La colección más antigua viene del año 367 D.C.  

Una avenida de dos vías

Es justo decir que un canon básico de doctrina ayudó a formar un canon básico de Escritura, pero esto no fue una calle en un solo sentido. Cuando se empezó a formar el canon de la Escritura, éste empezó a ejercer influencia sobre el desarrollo del canon de la doctrina. En otras palabras, la Regla de Fe de la iglesia contribuyó a la formación del “canon” (= “regla de medir”) de la Biblia, y el canon de la Biblia contribuyó en la formación de las reglas de fe de la iglesia, como el Credo de Nicea o la Definición de Calcedonia.  

Por tanto, tanto la doctrina como la Escritura tuvieron una relación de formación mutua en la iglesia primitiva. Esto no es del todo diferente de la forma en que Wesley entendió la relación entre doctrina y Escritura, pero tampoco es del todo igual.  
Grabado de la predicación de Wesley en la Capilla City Road en Londres. Wikimedia Commons

Bueno...¿Y ahora qué?

Al pensar en qué significa esto para la iglesia de hoy, se me ocurren varias cosas. Apreciaría su ayuda para especificar sus ventajas y desventajas.  

Wesley a menudo dejaba que la analogía de la fe determinara el “sentido literal” de un texto. Esto va en contra de todo lo que se me ensenó como erudito bíblico. A mí se me enseñó que la exégesis debía funcionar en forma independiente de las formulaciones doctrinales cristianas que vinieron después. De otra forma, corremos el riesgo de distorsionar lo que dice el texto en su contexto original. Corremos el peligro de torcer lo que dice el texto para que se conforme a lo que los teólogos cristianos dijeron después.  

Concuerdo con esto en gran manera. Creo que uno debe dejar que el texto hable por sí mismo. Algunas veces surge una tensión entre los textos bíblicos y las fórmulas doctrinales que vinieron después.  

Pero como cristianos también estamos obligados a preguntar qué quiere decir un texto para la iglesia a la luz de la doctrina básica de la iglesia. En esto estoy 100% con Wesley. La Biblia de dos testamentos es una creación de la iglesia. Los libros que forman el Nuevo Testamento fueron escritos específicamente para la iglesia. El fin con el que escribieron y se agruparon fue enseñar y edificar a la iglesia. La conformidad a la Regla de la Fe fue una de las razones por la que algunas obras se incluyeron y otras se dejaron fuera del canon.  

La Biblia y la Iglesia

La Biblia cristiana no tiene sentido aparte de la iglesia, y la iglesia tampoco tiene sentido aparte de la Biblia.  

Los libros que forman el Nuevo Testamento fueron escritos específicamente para la iglesia. El fin con el que escribieron y se agruparon fue enseñar y edificar a la iglesia. 

Es del todo apropiado que los cristianos lean la Biblia a la luz de las afirmaciones doctrinales que representan la reflexión de la iglesia sobre el Dios que fue revelado en la Escritura. Cada enunciado de la Biblia se ubica dentro de una obra más amplia, y cada libro de la Biblia se ubica dentro de un canon más amplio. El canon de la Escritura mismo se ubica dentro de la obra más amplia de la tradición cristiana. En otras palabras, al leer la Biblia en y para la iglesia, damos honor al testimonio particular de las partes que la componen, pero también interpretamos estas partes a la luz de su contexto más amplio.  

Por ejemplo, ¿Presupone el libro de Génesis una visión trinitaria de Dios? La respuesta es no, no lo hace. Pero Génesis es parte de un canon más amplio. Y cuando leemos Génesis a la luz del canon más amplio, empezamos a tener una idea más completa de Dios. Por ejemplo, tenemos que explicar al Jesús del Evangelio de Juan, que es un Jesús que estaba con Dios “en el principio” como palabra divina que se hizo carne, que oró a su Padre y envió al Espíritu Santo. Cuando la iglesia reflexionó sobre el testimonio apostólico a la luz del canon de la Escritura en desarrollo, terminó afirmando cierta visión de Dios: Dios es uno pero existe en tres personas. Ninguna de estas personas está subordinada una a la otra. Cada una es eterna y plenamente Dios. Así que, tiene sentido decir que aunque Génesis no da por sentado la visión trinitaria de Dios, el Dios que allí se revela es, sin embargo, la Santa Trinidad.  

Demos otro ejemplo: El Evangelio de Marcos no da por sentado las dos naturalezas de Cristo que se enseñan en la Definición de Calcedonia. Pero nuestro entendimiento teológico de Jesús no se limita a Marcos. Tenemos el canon de la Escritura para investigar. También tenemos los desarrollos doctrinales importantes que, basados en la Escritura, emergieron en el cuarto y quinto siglo. ¿Es el Jesús que Marcos describe el mismo que profesamos en la tradición doctrinal? Claro que sí. Debe serlo. La Escritura misma hizo que surgiera la enseñanza de la iglesia en cuanto a las naturalezas humana y divina de Cristo.  

La investigación histórica, cultural y literaria tan común entre los eruditos bíblicos puede ayudarnos mucho. Sin embargo, una vez que la Biblia entra por las puertas de la iglesia, surgen otros contextos que afectan nuestra interpretación: el canon más amplio de la Escritura y la tradición autoritativa. Es solo a la luz de estos contextos adicionales que empezaremos a percibir la riqueza del Dios que se ha revelado a nosotros a través del tiempo.  

Fuente:
Este artículo fue publicado en inglés por David F. Watson en su blog oficial y publicado en español en la  web de resourceumc.org. Traducción y adaptación por Humberto Casanova.

Acerca del autor:
David F. Watson se desempeña como Decano Académico y Profesor Asociado de Nuevo Testamento en el United Theological Seminary en Dayton, Ohio. Tiene un doctorado en la Universidad Metodista del Sur, y es un anciano ordenado en la Conferencia de la West Ohio Conference. David bloguea en DavidFWatson.me .

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