Base bíblica para apoyar a Israel, por Jim Solberg


¿Tiene Dios algún interés especial en la tierra y el pueblo de Israel? Bueno, para comenzar, la palabra “Israel” se menciona en la Biblia más de 2,300 veces. ¿Cómo compara eso con otros temas de importancia en el corazón de Dios? La palabra “pecado” se menciona 380 veces, y “amor” se menciona 280 veces. De hecho, las únicas palabras que se mencionan con mayor frecuencia en la Biblia son los varios nombres de Dios. Quizás esa sea la clave para detectar cuánta importancia tiene algo en el corazón de Dios. Si Dios habla de Sí mismo con esa frecuencia, es porque quiere que le conozcamos y comprendamos Su amor por nosotros. Quizás la frecuencia en que habla sobre Israel revela Su segunda prioridad, y es que conozcamos y comprendamos cuánto amor tiene hacia la tierra y el pueblo que ha escogido para Sí. 

Para algunos de nuestros lectores, este estudio podría parecerle como un viejo amigo, familiar y cálido. Pero para otros, quizás este tema le sea nuevo y le parezca algo incómodo. Hay un antiguo adagio que dice que cuando visites a un amigo, procura tres cosas: una puerta abierta que te reciba, un libro abierto para que aprendas, y una mente abierta para que consideres nuevas ideas.

De esa manera, le invitamos a explorar la base bíblica para apoyar a Israel, y le sugerimos que mantenga su Biblia abierta para corroborar la veracidad de lo que expondremos, y su mente abierta para considerar algunas nuevas ideas. A pesar de que los cristianos creemos que Yeshúa (Jesús) es el Mesías, sabemos que Dios es fiel y continúa honrando Sus promesas o pactos hechos con el pueblo judío. Creemos que al ver esa fidelidad de Dios respecto a Su Palabra, la Iglesia puede sentirse animada, en lugar de turbada o desalentada. De hecho, yo creo que las iglesias que honran la Biblia enseñan que Dios cumple todos Sus pactos, incluyendo el pacto de la salvación por Yeshúa. 

Ahora, tenga su mente abierta para estudiar Génesis 9:8-16: “Entonces habló Dios a Noé y a sus hijos que estaban con él, diciendo: He aquí, yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestra descendencia después de vosotros, y con todo ser viviente que está con vosotros: aves, ganados y todos los animales de la tierra que están con vosotros; todos los que han salido del arca, todos los animales de la tierra. Yo establezco mi pacto con vosotros, y nunca más volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que hago entre yo y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por todas las generaciones: pongo mi arco en las nubes y será por señal del pacto entre yo y la tierra. Y acontecerá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se verá el arco en las nubes, y me acordaré de mi pacto que hay entre yo y vosotros y entre todo ser viviente de toda carne; y nunca más se convertirán las aguas en diluvio para destruir toda carne. Cuando el arco esté en las nubes, lo miraré para acordarme del pacto eterno entre Dios y todo ser viviente de toda carne que está sobre la tierra” (con énfasis añadido).

Actualmente, podemos ver a Dios restaurando la nación de Israel y trayendo de regreso al pueblo judío desde la tierra de su dispersión.


El Pacto con la Tierra

Es probable que todos los niños aprendan sobre el origen del arco iris en su escuela dominical, y que cada cristiano nos sintamos animados cuando vemos el arco iris en el cielo, recordando la fidelidad de Dios. También podemos ver Su fidelidad a medida que Dios restaura la nación de Israel y trae de regreso al pueblo judío desde la tierra de su dispersión, luego de miles de años en el exilio. Por lo tanto, ya que Dios actualmente está haciendo algo maravilloso en cumplimiento de Su pacto con Israel, veamos lo que nos dicen las Escrituras sobre la tierra: “Y el SEÑOR dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3). 

Veamos dos asuntos importantes en el anterior pasaje. Primeramente, Dios pidió que Abraham fuese a una tierra específica, a un lugar que le mostraría. Abraham no pudo seleccionar ese lugar. En segundo lugar, Dios le incluye una promesa. A los cristianos nos gusta tener un librito que nos recuerde las promesas de Dios. Pues, Génesis 12:3 contiene la primera promesa incondicional de Dios: “Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré.” Si procuramos las bendiciones de Dios en nuestras vidas, es importante que comprendamos esa promesa. Dios nos dice que si bendecimos a Abraham, seremos bendecidos, y si maldecimos a Abraham, seremos maldecidos. Y como Abraham murió hace miles de años, ¿cómo lo podemos aplicar hoy día? Leamos otro texto bíblico para ver cuál es la tierra específica que Dios dio a Abraham. “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas,  los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.” (Génesis 15:18-21) “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.” (Génesis 17:8, énfasis añadido). No existe debate. La tierra a la que se refiere es tanto la antigua como la moderna tierra de Israel. 

Dos hijos

En Génesis 17:18-20, Abraham pregunta si el pacto puede venir por Ismael: “Y dijo Abraham a Dios: ¡Ojalá que Ismael viva delante de ti! Pero Dios dijo: No, sino que Sara, tu mujer, te dará un hijo, y le pondrás el nombre de Isaac; y estableceré mi pacto con él, pacto perpetuo para su descendencia después de él. Y en cuanto a Ismael, te he oído; he aquí, yo lo bendeciré y lo haré fecundo y lo multiplicaré en gran manera. Engendrará a doce príncipes y haré de él una gran nación” (énfasis añadido). 

Allí leemos que Ismael sería bendecido, pero no con el pacto de Abraham. Algunos musulmanes árabes concuerdan en que la tierra ha sido dada a los descendientes de Abraham, y reclaman su derecho como hijos de Abraham. Pero los descendientes de Ismael ya poseen 20 naciones alrededor de la tierra de Israel, incluyendo dos terceras partes de las reservas mundiales de petróleo. Verdaderamente, ellos han sido bendecidos, pero no con el pacto referente a la tierra de Israel. 

Un poco después, en Génesis 26:2- 6, Dios se aparece a Isaac y confirma más detalles del pacto: “Y se le apareció el SEÑOR, y dijo: No desciendas a Egipto; quédate en la tierra que yo te diré. Reside en esta tierra y yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré contigo el juramento que juré a tu padre Abraham. Y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque Abraham me obedeció, y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. Habitó, pues, Isaac en Gerar.”

En ese pasaje, Dios nuevamente confirma y explica Su pacto. Hace referencia a una tierra específica dada a un pueblo específico, los descendientes de hombres específicos, e incluye una bendición futura para toda la tierra a través de gente específica. Por otro lado, algunos cuestionan si el pacto pudiera aplicar a ambos hijos de Isaac, tanto a Esaú como a Jacob, modernamente los jordanos y los israelíes. Pero el Señor había anticipado ese cuestionamiento, y aclaró: “Y Dios se apareció de nuevo a Jacob cuando volvió de Padán-aram, y lo bendijo. Y Dios le dijo: Tu nombre es Jacob; no te llamarás más Jacob, sino que tu nombre será Israel. Y le puso el nombre de Israel. También le dijo Dios: Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate; una nación y multitud de naciones vendrán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. Y la tierra que di a Abraham y a Isaac, a ti te la daré; y daré la tierra a tu descendencia después de ti” (Génesis 35:9-12).

Pacto Perpetuo

Claramente, el pacto respecto a Israel pasó de Abraham a Isaac, luego a Jacob, y luego a los descendientes de Jacob. En Génesis 17:7, Dios usa la misma frase que usó en Génesis 9:16 sobre el arco iris para referirse a ambos pactos. Los llamó “pacto perpetuo,” o en el hebreo, brit olam (עולם ברית(, un acuerdo inquebrantable que durará por siempre y para siempre. Lo importante es que Dios guarda cada uno de Sus pactos. Si usted puede creer que el arco iris es señal de un pacto de Dios, entonces debe poder creer que Dios también guardará Su pacto referente a la tierra y los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, gente que conocemos hoy día como el pueblo judío, o los modernos israelíes.

Finalmente, la Biblia nos dice que Dios tiene una relación especial con ese pedazo de tierra, la única propiedad del mundo que reclama para Sí. “Además, la tierra no se venderá en forma permanente, pues la tierra es mía; porque vosotros sois sólo forasteros y peregrinos para conmigo” (Lev. 25:23).

Los pactos de Dios son “PERPETUOS,” inquebrantables acuerdos que permanecerán para siempre.


A través de la Historia

Ahora que hemos establecido que la tierra de Israel fue dada por Dios al pueblo judío como heredad perpetua, veamos la importancia de ese pacto a través de la historia. En 720 a.C., fue destruida la parte norte de la tierra, el reino de Israel. Muchos de sus habitantes fueron transferidos a otras tierras, y esa porción se convirtió en una provincia de Asiria. En 586 a.C. el Templo fue destruido, y el reino del sur, Judá, fue capturado por los babilonios. Nuevamente, muchos fueron llevados al exilio.

Entonces, ¿qué pasó con el pacto perpetuo de Dios? Sabemos que poco a poco, los exiliados comenzaron a regresar desde la cautividad babilónica, según leemos en los libros de Esdras y Nehemías. Los de la tribu de Judá tuvieron una corta soberanía en su tierra bajo la dinastía jasmonea, luego de la revuelta de los macabeos. Hasta hoy día, ese evento se conmemora por medio de Jánuca (fiesta de la Dedicación o fiesta de las Luces). Sin embargo, la historia evidencia que permaneció una continua presencia de judíos en la tierra, pese a las guerras, masacres, expulsiones y exilios, aún desde 720 a.C. ¿Pero esos sobrevivientes representan el cumplimiento de las promesas de Dios y el vívido ejemplo de la idelidad al mundo? Nuevamente, veamos lo que nos dice la Palabra: “Entonces acontecerá en aquel día que el Señor ha de recobrar de nuevo con su mano, por segunda vez, al remanente de su pueblo que haya quedado de Asiria, de Egipto, de Patros, de Cus, de Elam, de Sinar, de Hamat y de las islas del mar. Alzará un estandarte ante las naciones, reunirá a los desterrados de Israel, y juntará a los dispersos de Judá de los cuatro confines de la tierra” (Isaías 11:11-12).

Si Dios trajo por primera vez a los desterrados de la cautividad babilónica, ¿qué tal luego del segundo destierro? Los judíos fueron dispersados aún más que en el anterior. Pero durante la década de 1880, millones de judíos comenzaron a regresar a Israel. Estamos viendo ese proceso todavía hoy día. “No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia, y del occidente te reuniré. Diré al norte: ‘Entrégalos;’ y al sur: ‘No los retengas.’ Trae a mis hijos desde lejos y a mis hijas desde los confines de la tierra” (Isa. 43:5-6).

Historia reciente

Durante el pasado siglo, el pueblo judío en el norte fue maltratado bajo el régimen comunista de la Unión Soviética. Durante la década de 1970, el pueblo judío comenzó a protestar, y exigió que se le permitiera regresar a Israel. El control soviético iba debilitándose y, a mediados de la década de 1980, Mikhail Gorbachev accedió a que cada vez más judíos escaparan hacia Israel. El norte comenzó a “entregarlos.” El nuevo gobierno marxista en Etiopía también comenzó a perseguir a la población judía a principios de la década de 1970, pero no les permitió salir. Luego, entre 1984 y 1991, sobre 22,000 etíopes inmigraron a Israel. ¡El sur tampoco los pudo retener!

“Huesos secos, oíd la palabra del SEÑOR. Así dice el Señor DIOS a estos huesos ‘HE AQUÍ, HARÉ ENTRAR EN VOSOTROS ESPÍRITU, Y VIVIRÉIS.’” (Ezeq 37:4-5).

¿Podría ser que ahora, en el siglo 21, estemos viendo cómo Dios trae a su pueblo judío desde todas partes del mundo? En Ezequiel 37, leemos el famoso pasaje de la visión de los huesos secos. ¿Estamos escuchando el estremecimiento de los huesos mientras se juntan en este moderno estado de Israel? “Por tanto, profetiza, y diles: “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, abriré vuestros sepulcros y os haré subir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy el SEÑOR, cuando abra vuestros sepulcros y os haga subir de vuestros sepulcros, pueblo mío” (Ezequiel 37:12-13).

En el libro de Éxodo, leemos que 600,000 varones judíos salieron de Egipto cuando Dios los liberó de la esclavitud y los restauró en la Tierra Prometida después de 40 años en el desierto. Algunos eruditos estiman que, entre hombres, mujeres y niños, como 2 ó 3 millones de personas llegaron a la nueva tierra de Israel. Hoy día, la población judía en Israel está cerca de los 5.3 millones, luego de que hubiera únicamente 60,000 personas en 1914, antes de la Primera Guerra Mundial. Durante los pasados 100 años, el número de judíos ha aumentado a medida que Dios los trae a su antigua tierra ancestral desde sobre 100 países alrededor del mundo. Quizás estamos viendo algo aún mayor que el primer éxodo desde Egipto. Dios los está trayendo del éxodo en números nunca antes vistos en la historia.

Nuestra Responsabilidad

Ya que Dios está guardando Su pacto con el pueblo judío, y está cumpliendo Sus promesas ante nuestros propios ojos, ¿tenemos alguna responsabilidad? ¿Hace falta que hagamos algo, o no? Veamos otros pasajes bíblicos: “¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mis prados!--declara el SEÑOR. Por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mis ovejas y las habéis ahuyentado, y no os habéis ocupado de ellas; he aquí, yo me ocuparé de vosotros por la maldad de vuestras obras--declara el SEÑOR. Yo mismo reuniré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las he echado, y las haré volver a sus pastos; y crecerán y se multiplicarán. Pondré sobre ellas pastores que las apacentarán, y nunca más tendrán temor, ni se aterrarán, ni faltará ninguna--declara el SEÑOR” (Jeremías 23:1-4).

“Porque he aquí que en aquellos días y en aquel tiempo, cuando yo restaure el bienestar de Judá y Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré bajar al valle de Josafat. Y allí entraré en juicio con ellas a favor de mi pueblo y mi heredad, Israel, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra” (Joel 3:1-2).

J. Hudson Taylor, un conocido misionero a la China, dijo: “Yo antes pedía a Dios que me ayudara. Entonces pregunté si yo le pudiese ayudar. Terminé pidiéndole que hiciera Su trabajo a través mío.” Hoy día, Dios está cumpliendo Sus promesas y demostrando Su fidelidad a Su pacto con el pueblo judío al restaurarlos en la tierra de Israel, su heredad perpetua. Así como Taylor, tenemos la oportunidad de averiguar lo que Dios está haciendo y ser partícipe en ello.

Parte de ese trabajo es apoyar al pueblo de Israel a medida que reconstruye su nación. Claro está, los israelíes son humanos falibles, como usted y como yo. Se han equivocado en el pasado, y se equivocarán en el futuro. Pero Dios ama a todo el mundo, tanto a los judíos como a los palestinos. Según leemos en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.” ¡Esa es una promesa que podemos reclamar y proclamar para Israel! Y creo que Dios nos llama, también, para que proclamemos al mundo que Su pacto con el pueblo judío es eterno. “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua; y yo seré su Dios” (Génesis 17:8). Así como el arco iris es señal de la fidelidad de Dios respecto a Su pacto con el mundo, el moderno estado de Israel también es señal de Su fidelidad respecto a Su pacto con la tierra de Israel.

Escuche con cuidado. Creo que puedo oír el susurro de las palabras del profeta Amós: “Restauraré el bienestar de mi pueblo Israel, y ellos reedificarán las ciudades asoladas y habitarán en ellas; también plantarán viñas y beberán su vino, y cultivarán huertos y comerán sus frutos. Los plantaré en su tierra, y no serán arrancados jamás de la tierra que les he dado --dice el SEÑOR tu Dios” (Amós 9:14-15).

Por Jim Solberg
Traducido por: Teri S. Riddering

Fuente: bfpusa.org

Sobre el autor:
Es director nacional del  ministerio a Israel, Puentes por la Paz, en EE:UU. 

Graduado de St. Olaf College y es un ministro ordenado, Jim visitó por primera vez a Israel en 1974 como estudiante universitario y ha realizado más de 80 viajes a la tierra de Israel. 
Además, es conferencista, autor, y regularmente enseña y predica sobre varios temas relacionados con Israel. Su libro "Sinai Speaks" está disponible en Amazon. Recibió su maestría en sinergismo judeocristiano en la Judeo-Christian Synergism and his DDiv from Master’s International University of Divinity y se graduó en el  BFP Institute of Israel Studies. Jim y su esposa Sharon tienen 2 hijas, 4 nietos, y residen en Melbourne, Florida.

Bibliografía:
Adherents.com. “Major Religions of the World.” www.adherents.com 
Bierle, Don. Surprised by Faith. Global Publishing Services, 2003. 
Brook, Linda Rios. Jesus for Adults. Shippenburg, PA: Destiny Image Publishers, 2006. 
Frankl, Viktor E. Man’s Search for Meaning. Rider & Co, 2004. 
Friderich, Scott. “The European Spiritual Estimate.” www.emrg.dzubinski.com 
Gannon, James P. “Is God Dead in Europe?” USA Today. www.usatoday.com 
Johnson, Todd M. “Christianity in Global Context: Trends and Statistics.” http://www.lausanneworldpulse.com/trendsandstatistics 
Robinson, B. A. “Religious Identification in the U.S.: How American Adults View Themselves.” www.religioustolerance.org

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