Temas vitales para los cristianos de hoy, por John Stott
Parte 1 de 5
Pensar también es importante
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, muchas gracias por su calurosa bienvenida, lamento que no les pueda hablar en castellano. Esta es la cuarta visita que hago a la Argentina, cuando llegué al aeropuerto ayer por la mañana, me sentí un poco como el Papa. No me siento a menudo así, pero tenía ganas de arrodillarme y besar la tierra, para poder expresar la alegría por estar nuevamente en la Argentina.
El tema que vamos a tratar estas cuatro noches tiene que ver con algunos asuntos vitales que los cristianos confrontan en el día de hoy. Comenzaremos esta noche tratando el tema de nuestra mente, nuestra mente sí importa, pensar es también importante.
Quisiera contarles la historia de dos mujeres que estaban teniendo una conversación en el supermercado, una le decía a la otra: ¿qué te pasa, que estás tan preocupada? Es que estoy muy preocupada, dijo la otra, sigo pensando en la situación mundial. ¡Bueno, volvió a intervenir la primera, tienes que tomar las cosas más filosóficamente y dejar de pensar un poco! Sin embargo, estas dos mujeres estaban reflejando el anti-intelectualismo, una moda de nuestra época.
El mundo moderno ha creado a gemelos que son muy feos. Uno se llama la despreocupación y la otra falta de sentido. Una y otra vez frente estas tendencias seculares, los cristianos debemos volver a la Palabra del Señor, allí leemos 1 Corintio 14:20: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.”
Como se pueden dar cuenta que el apóstol Pablo no comienza con estas dos palabras: “paren de pensar”, ni termina de esa manera. Notar que dice que hay que renunciar a pensar, pero como si fuéramos niños.
El apóstol hace una distinción vital entre dos esferas. En la esfera del mal tenemos que ser lo más infantil que podamos, debemos ser tan inocentes e ignorantes como niños más pequeños. Pero en nuestro pensar tenemos que crecer y llegar a ser maduros. La pregunta es: ¿Por qué? ¿Por qué las Escrituras nos instan a usar nuestras mentes? ¿Qué razones nos da? Esa es la pregunta que quiero responder en esta noche.
El uso correcto de la mente tiene tres resultados beneficiosos:
I. Glorifica a nuestro Creador
El uso propio de nuestra mente glorifica a nuestro Creador, reconoce que nuestro Creador es un Dios racional, que nos hizo seres racionales a su propia imagen. Ese Dios nos ha dado en la naturaleza y en la Escritura una doble revelación.
Se ha dicho muchas veces que Dios ha escrito dos libros. Aceptamos que las Escrituras es el libro de Dios, pero es solo uno de los libros que Dios ha escrito, el segundo es el llamado: naturaleza. Dice la Biblia: “Los cielos cuentan la gloria de Dios” Salmos 19.1
De modo que en la naturaleza Dios ha revelado su gloria y en las Escrituras Dios ha revelado su gracia ¿Se dan cuenta de que hay un paralelo a importante entre la ciencia y la teología? La ciencia es el intento de descubrir lo que Dios ha revelado en la naturaleza. Por otro lado, la teología es el intento de descubrir lo que Dios ha revelado en las Escrituras. Ambas, la ciencia y la teología son investigaciones en la revelación de Dios. En ellas, como dijo el astrónomo Kepler: “Estamos pensando los pensamientos de Dios después que Él”.
Toda investigación científica está basada en ciertas convicciones. Por ejemplo, la convicción de que el universo es un sistema inteligible, que hay una relación indiscutible entre la mente del investigador y aquello que está investigando, esa correspondencia es racional. Dijo el gran físico Einstein una vez: “La única cosa incomprensible del universo es que es comprensible”. En otras palabras: lo único que no podemos comprender del universo es que sí podemos comprenderlo, porque Dios ha estampado su racionalidad sobre la naturaleza.
Permitan que cite también al obispo Leslie Newbigin quien fue durante un tiempo obispo en Madrás, en India del sur, y alguno de sus libros quizás son conocidos entre ustedes. Fíjense lo que escribió: “El científico, que se enfrenta con una irracionalidad aparente, no la acepta como final. Él sigue tratando y buscando alguna manera de comprenderla, alguna manera racional en que esos hechos pudieran ser relacionados el uno con el otro”. Sin esa pasión y esa fe en la última racionalidad del mundo, la ciencia sería ficticia, se pararía y por fin moriría. De modo que no es un accidente que los primeros científicos fueran hombres y mujeres cristianos. Ellos creyeron en la racionalidad del universo. Entonces, cuando ellos lo intentaron, descubrieron que podían comprenderlo.
Es solo tratando de pensar los pensamientos de Dios depués de Él,que podemos glorificar a nuestro Creador
Lo que es verdadero en los estudios científicos es igualmente verdadero en los estudios bíblicos. Dios nos ha dado en las Escrituras una revelación de sí mismo más completa. En particular, él ha revelado su amor por pecadores como usted y como yo, y ha revelado su plan para salvarnos a través de Cristo Jesús. De modo que hay que estudiar las Escrituras para encontrar estas cosas.
El uso propio de la mente no es para realizar juicio sobre los datos, por el contrario, es para sentarse humildemente debajo de los datos que vienen de la revelación de Dios y entonces adorar a ese Dios que se ha revelado a sí mismo. Es solo tratando de pensar los pensamientos de Dios después de él, que podemos glorificar a nuestro Creador.
Esta es la primera razón para usar nuestras mentes que glorifica a nuestro Creador. Porque los seres humanos hemos sido creados a la imagen de Dios. Dios nos hizo como él es, y uno de los aspectos más importantes de la imagen divina es esta racionalidad. Por lo tanto, hay que usar la mente que Dios nos ha dado, especialmente para tratar de comprender su revelación, mientras que el Espíritu Santo ilumina nuestra mente.
II. Enriquece nuestro discipulado cristiano
Una segunda razón, para el uso correcto de nuestra mente es que enriquece nuestro discipulado cristiano. No estoy considerando ahora la educación, el arte o la cultura que enriquecen la calidad de nuestra vida humana, sino en el discipulado cristiano en particular. Ningún aspecto del discipulado es posible si no utilizamos nuestra mente.
Si queremos agradar a Cristo Jesús, si queremos hacer progresos en nuestro discipulado cristiano, debemos usar nuestra mente. Si no lo hacemos, nos condenamos a nosotros mismos a una parálisis espiritual y a una perpetua inmadurez.
Algunos conocerán el nombre del Dr. Martyn Lloyd-Jones, murió en 1989, pero era un líder evangélico muy conocido en todo el mundo, al mismo tiempo era un predicador dotado por el Espíritu Santo. Antes de llegar a ser predicador era médico. Quisiera citar algo de él: “Mientras reflexiono en mi experiencia ahora que he sido pastor por unos 34 años, puedo testificar sin ninguna duda que la gente que más a menudo la he encontrado con problemas en su vida cristiana son aquellos a los cuales les ha faltado el entendimiento. No se pueden divorciar estas cosas. Usted va a cometer errores en el reino de la vida práctica si no tiene un entendimiento correcto.” Eso que afirmó el Dr. Lloyd-Jones es así también hoy.
Quisiera darles tres ejemplos de tres aspectos de la vida cristiana en las cuales es esencial que utilicemos nuestra mente.
a) La adoración
Cada cristiano es un adorador, sea en público o en privado. Hemos adorado a Dios en nuestro canto esta noche. Y cada día en nuestras devociones privadas adoramos al Señor. La adoración es una parte indispensable del discipulado cristiano, pero no podemos adorar a Dios si no conocemos al Dios que adoramos.
Los cristianos no deben ser como los atenienses. Se acuerdan lo que nos dice Lucas en Hechos 17, que cuando el apóstol Pablo llegó a Atenas, encontró un altar afuera de la ciudad que tenía una inscripción: “Al dios no conocido”. Es imposible adorar a un dios que no se conoce. Si no lo conocemos, no sabemos qué clase de adoración quiere, y qué clase de adoración a él le agrada. Así que hay que conocer a Dios para después adorarle.
La adoración es una respuesta a la revelación divina. Por eso es que la lectura y predicación de la Palabra de Dios son siempre necesarias en la adoración pública. La lectura y la predicación de la Palabra no son una intromisión dentro de la adoración, son una parte integral de nuestra adoración. Es la Palabra de Dios la que evoca en los cristianos la adoración a Dios.
¿Cómo podríamos definir adoración? Les digo cuál es la que yo creo que es la mejor definición que encontramos en la Biblia. Está en el Salmo 105.3, donde se nos dice que debemos gloriarnos en el Santo Nombre de Dios. El nombre de Dios es su ser o esencia, es así como él se ha revelado a sí mismo a nosotros. Es un Nombre Santo porque no hay otro nombre como ese, adorar a Dios es deleitarse en su Santo nombre. Es como gloriarse en lo que Dios es. Pero si no conocemos su Santo Nombre, ¿cómo lo vamos a adorar?, es cuando conocemos su Nombre que le podemos hacerlo adecuadamente.
Hay algunos cristianos evangélicos hoy en día que no estarían de acuerdo con esto. Recuerdo haber leído hace no demasiado tiempo acerca de un adorador evangélico, un hombre cristiano, y cuando él venía a la iglesia decía que era como que se había desenroscado la cabeza. Entonces podía poner la cabeza debajo del asiento porque en un culto de adoración, decía él, no tenía necesidad de usar lo que tenía arriba del cuello de la camisa. No tenía deseos de tener que pensar. Lo único que quería era tener un sentimiento satisfactorio, una cosa rara en el estómago. Pero no podemos adorar a Dios si nos desenroscamos la cabeza. Para que quede claro lo que quiero decir: Las emociones si están involucradas en la adoración y muchas veces en la adoración pública, somos llevados fuera de nosotros mismos, parecería como si estuviéramos parándonos en el cielo y uniéndonos a los ángeles y arcángeles alrededor del trono de Dios. Somos muy movidos por nuestra adoración. Pero al mismo tiempo, toda adoración que agrada al Señor es con la mente. Tenemos que amar al Señor nuestro Dios con toda nuestra mente, nuestra alma y nuestras fuerzas
b) La fe
El segundo ejemplo es la fe. Es increíble saber cuánta gente cree que la fe y la razón son como cosas incompatibles; sin embargo, nunca en las Escrituras están encontradas una contra otra. La fe y la vista si están encontradas la una con la otra. Caminamos por fe y no por vista. Pero, así como la fe y la vista están contrastadas, la fe y la razón nunca están puestas en contraste en la Biblia.
Ahora bien, surge la pregunta: ¿qué es la fe? No es otra palabra para la credulidad, ni se trata de una superstición. Una vez la fe fue definida por un norteamericano crítico del cristianismo y escuchen bien como la definió él: “la fe puede ser definida brevemente como una creencia ilógica en la ocurrencia de lo improbable”. Es una definición muy inteligente pero no exacta. Eso no es lo que es la fe. Por el contrario, la fe es una confianza que razona. Por ejemplo, leemos en el Salmo 9:10 que aquellos que “conocen tu Nombre”, pueden poner su fe en ti.
Podemos poner nuestra fe en Dios porque nosotros sabemos que él es confiable. De modo que cuanto más reflexionamos sobre Dios, en su carácter, sobre su testimonio, en sus promesas; más y más vemos qué confiable es nuestro Dios. Así es que nuestra fe crece a medida que nosotros confiamos en la confiabilidad de Dios. Así que hermano, ¿quiere usted crecer en fe? ¿Va a Jesús muchas veces como los discípulos hicieron? Le dice usted al Señor: ¡Señor, auméntame la fe! Espero que sí. ¿Y qué le va a decir el Señor? Reflexiona sobre mi carácter, piensa en el pacto y en las promesas. A medida que hagas eso, tu fe va a crecer, porque vas a ver que soy absolutamente confiable.
c) La guía
Ahora quisieras darles el tercer ejemplo, y tiene que ver con el tema de la guía divina. Todos nosotros quisiéramos descubrir la voluntad de Dios para nuestras vidas; ¿verdad? Estamos ansiosos de que Dios nos guíe dentro de su voluntad.
Pero, hay muchos cristianos que tienen un entendimiento falso de la guía divina. Piensan que es una alternativa conveniente al pensamiento y que es un artículo que es más seguro que el pensar. Creen que su mente es como si fuera una pantalla de televisión, entonces esperan que Dios envíe señales a esa pantalla, dándoles soluciones a sus problemas y respuestas a sus preguntas. Por supuesto, Dios es soberano y es muy capaz de mandar mensajes a las pantallas de nuestras mentes, pero la manera normal en la cual Dios guía a su pueblo es diferente. Dios nos guía, normalmente, a través de nuestros procesos mentales y no a pesar de nuestros procesos mentales.
Hay un texto bíblico que es muy importante en este asunto de la guía. Les pido lo lean en sus Biblias, en el Salmo 32.8-9, este es un ejemplo maravilloso del balance que hay en la Biblia. Dice así la Palabra del Señor: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti.”
Miremos atentamente a estos dos versículos. En el v.8 encontramos una promesa de Dios que tiene tres partes. Dice: te voy a instruir, te enseñaré el camino que debes andar y te voy a guiar con mis ojos puestos sobre ti. Te haré entender, enseñaré y guiaré.
Pero juntamente con estas tres promesas, hay tres prohibiciones: No seas como el caballo, ni como el mulo, porque les falta entendimiento y la boca tiene que ser sujetada con el cabestro y con el freno, porque si no van a quedar cerca.
Así que pongamos estos dos versículos juntos. Dios dice: te voy a guiar, te prometo que te voy a mostrar el camino, pero no esperes que vaya a guiarte como tú conduces y guías a los caballos y a los mulos. ¿Por qué no? Por la razón simple de que no eres un caballo o una mula. Ellos no tienen entendimiento. Por supuesto que los caballos tienen un cerebro rudimentario, pero no tienen lo que la Biblia llama entendimiento. No tienen inteligencia, no tienen sabiduría. De modo que no esperes que te va a guiar de igual manera que uno domina a los caballos. Porque somos seres humanos y por cuanto fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios.
Dios nos creó como hombres y mujeres racionales y quiere que usemos la mente que nos ha dado. Por supuesto que tenemos que orar, leer la Palabra, vamos a consultar a los cristianos más mayores y sabios que nosotros, pero al final cada uno de nosotros tiene que tomar sus propias decisiones. Entonces confiamos que Dios nos va a guiar a través de la mente que él nos dio.
Resumiendo, este punto. Dios nos va a guiar, ha prometido que lo hará, pero no nos va a guiar como seres irracionales que no saben pensar, sino como seres humanos racionales que somos.
Así que aquí están los tres aspectos de nuestro discipulado cristiano: la adoración, la fe y la guía; y en cada uno de ellos debemos usar la mente que Dios nos dio si queremos hacer progresos en la vida cristiana.
Quisiera saber si hay algún cristiano aquí, que es consciente de que se ha paralizado, que no está avanzando en su vida cristiana. A lo mejor está parado o aun dando pasos para atrás. Me pregunto si no será esta una de las razones. Es decir, porque no está usando la mente que Dios le ha dado en la adoración, la fe y la guía del Señor. Pensar también es importante.
III. Fortalece nuestro testimonio evangelístico
Hasta ahora hemos considerado dos puntos, el primero, el uso correcto de la mente glorifica a nuestro Creador, y segundo, enriquece nuestro discipulado cristiano. Ahora, en tercer lugar, fortalece nuestro testimonio evangelístico.
¿Por qué es que alguna gente rechaza el Evangelio en el día de hoy? Por supuesto que hay muchas razones, pero hay una razón que muchos no la toman en cuenta. La gente no rechaza el Evangelio porque lo perciben como falso, sino como algo trivial. Por supuesto, hay que hacer más sencillo el Evangelio, eso es correcto. No hay ningún valor en hacer que el Evangelio sea más complicado. Pero, así como es, correcto simplificar el Evangelio, es muy incorrecto trivializarlo. Porque entonces la gente piensa y dice el Evangelio no es suficiente para un mundo tan complejo que nos toca vivir hoy. Les recuerdo que ni Jesús ni los apóstoles cometieron este error, ellos no tenían miedo de usar sus mentes en el evangelismo. No estaban temerosos de desarrollar argumentos para poder predicar el Evangelio, al contrario, en su predicación el evangelismo y la apologética iban juntos.
Así es que el apóstol Pablo en 2 Corintios 5.11 define su predicación; “nosotros persuadíamos a la gente”. Pero todos sabemos que nadie puede persuadir a la gente si no usa argumentos. Persuadir es dominar los argumentos de modo de convencer a la gente. Por supuesto que confiamos en el Espíritu Santo, pero recuerde que el Espíritu Santos es el Espíritu de Verdad. Así que cómo hace el Espíritu Santo para traer a la gente a la fe en Cristo Jesús, no a pesar de la evidencia sino por causa de la evidencia. Ahí es cuando él abre las mentes al entendimiento.
Quisiera citar a un teólogo alemán contemporáneo, Wolfhart Pannemberg, y creo que van a encontrar que esta declaración es muy interesante y está muy bien dicha. Esto es lo que escribió: “la capacidad de convencer del mensaje cristiano puede ser encontrada solamente en el contenido. Cuando este no es el caso, entonces cuando el Evangelio no tiene contenido, la apelación al espíritu Santo no ayuda a la predicación”
Es muy importante mantener la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios ambos trabajando juntos. La palabra no va a convencer a la gente sin el Espíritu Santo, pero ¿cuál es la espada del Espíritu? Es la Palabra de Dios.
Ahora, quiero darles otro ejemplo del evangelismo del apóstol. Se acordarán cuando el apóstol fue a Éfeso en su tercer viaje misionero y pasó allí como tres años. Lucas describe la misión del apóstol en Éfeso en Hechos 19. Pablo comenzó predicando en la sinagoga, porque primero que nada él siempre presentaba el evangelio a los judíos. Como ellos rechazaban el Evangelio, dejó la sinagoga y entonces alquiló un lugar secular para dar conferencias que se llama el salón de Tirano. Nadie sabe quién era Tirano, pero esta es la palabra latina para tirano. De modo que un comentarista se pregunta ¿quién le habrá dado ese apodo, sus padres o tal vez los estudiantes? De cualquier manera, que sea, le llamaban el Tirano.
Ahora el apóstol alquilaba este salón todos los días y lo usaba al medio día. Por supuesto, los efesios eran personas muy sensibles y dormían la siesta. Todos creemos en el gran valor de la siesta. Así que a casi la mitad del día los efesios se iban a descansar, pero no Pablo. Él estaba dando conferencias mientras la ciudad estaba durmiendo. Eso es lo que se nos dice. Él argumentaba el Evangelio todos los días, desde la hora quinta hasta la décima, eso es desde las 11 de la mañana hasta las 4 de la tarde, era una siesta larga. Así que imaginémonos, que Pablo también descansaba al menos un día a la semana. Una conferencia de 5 horas por día, 6 días a la semana por 2 años, son 3.120 horas de argumento evangélico.
De manera que no estoy nada sorprendido, al leer en el versículo siguiente: “toda Asia escuchó la enseñanza del Señor”. Eso era, toda la provincia romana de Asia ¿Se dan cuenta? Éfeso era la capital de la provincia romana de Asia. Todo el mundo iba a Éfeso, al menos una vez al año. Como diríamos que vamos a la ciudad a hacer las compras de Navidad, o visitar a alguien, o ver la última obra en el auditórium, o a ver los juegos. Todo el mundo pasaba por Éfeso. Uno de los signos de los tiempos hasta ese lugar a escuchar a ese orador cristiano Pablo. ¡El hombre daba conferencias y argumentaba por cinco horas, no solo esa hora miserable hora que damos habitualmente y que yo mismo estoy dando ahora! ¡Pero por cinco horas al día! Mucha gente aparecería, escucharía el Evangelio, se convertirían y volverían a sus ciudades, nacidos de nuevo en Cristo Jesús. Creo esa es una estrategia de evangelismo que necesitamos recobrar hoy.
Necesitamos una iglesia en el centro de la ciudad, en todas las capitales del mundo, en cada universidad del mundo. Ahí donde el Evangelio puede ser sistemáticamente enseñado y argumentado. Entonces la gente se va a convertir y el Evangelio se va a irradiar al resto del país. De modo que este es un buen ejemplo del uso que el apóstol hacía de su mente en el evangelismo.
Conclusión
Termino afirmando que debemos arrepentimos de entronizar la falta de sentido. Debemos arrepentirnos de cualquier residuo de anti-intelectualismo de los cuales nosotros somos culpables. Arrepentirnos de la haraganería intelectual.
El anti-intelectualismo es una cosa negativa, es un modo de pensar destructivo. Está minando el trabajo de la iglesia en todo el mundo, insulta a Dios que nos ha hecho a su propia imagen, seres racionales. Empobrece nuestro discipulado cristiano y debilita nuestro testimonio en la Palabra.
Por otro lado, el uso correcto de la mente glorifica a Dios, nos enriquece y fortalece nuestro testimonio en el mundo. Así que debemos obedecer el mandato del Señor: creced en vuestra mente. Pero ese no es el fin del asunto, hay una cosa más que quisiera decir.
Si tenemos que arrepentirnos del anti-intelectualismo también debemos hacerlo del anti-emocionalismo. No debemos tratar de suprimir nuestras emociones humanas porque Dios nos ha hecho a la vez seres emocionales y racionales. Nuestro Señor Jesucristo tenía emociones fuertes, él contestó a los hipócritas con emoción fuerte. Cuando vio al joven rico dice que lo amó. Jesús podía alegrarse en el Espíritu y también sudó gruesas gotas de sangre en agonía. Estaba siempre movido a compasión por la gente. En dos ocasiones rompió en lágrimas en público. De modo que, si el Señor Jesús tenía emociones fuertes y se permitía expresar sus emociones, también podemos nosotros expresarlas. Así que no es cuestión de volverse puro intelecto y nada de emociones.
A veces les digo a mis estudiantes en el Instituto de Londres que no estamos en el negocio de hacer crecer renacuajos. Ustedes saben que el renacuajo es una criatura muy pequeña que tiene una cabeza inmensa, y nada más. En realidad, conozco muchos renacuajos cristianos, con una cabeza enorme, llena de teología bíblica, y eso es todo lo que hay. No tienen emociones, no tienen conciencia, no tienen voluntad. Pura cabeza, eso tampoco queremos.
Queremos que cada pedazo de nuestra humanidad sea llevado al señorío de Jesucristo. Nuestra mente y nuestro corazón, nuestra conciencia y nuestra voluntad, cada parte sometida al señorío de Cristo. Particularmente si queremos ser cristianos integrados debemos mantener nuestra mente y nuestras emociones juntos.
Les doy dos ejemplos breves. Primero: nuestra mente inflama nuestras emociones. Recordemos lo ocurrido en el camino a Emaús, cuando Jesús se acercó a dos discípulos mientras ellos caminaban. Siguiendo por el camino, Jesús les abrió las Escrituras y después que tuvieron una comida juntos desapareció de la vista. ¿Se acuerdan lo que se decían el uno al otro? “No ardían nuestros corazones...” ¿No es eso una experiencia espiritual? El corazón ardiendo en llamas. Pero ¿qué es lo que hace que el corazón arda en llamas? “Cuando él nos abría las Escritura”. Nada pone fuego en el corazón sino la verdad. Tenemos una visión fresca de la verdad y entonces el corazón se inflama de fuego. De modo que la mente puede inflamar los corazones.
El segundo ejemplo es que la mente debe sentir las emociones. Se dan cuenta, nuestras emociones han sido llevadas al máximo. Nuestras emociones y cada parte de nuestra mente, de nuestra vida, de nuestro cuerpo, han sido corrompidas, han sido desintegradas hasta el final. Eso queremos decir cuando hablamos de la depravación total. Eso quiere decir que cada parte de nuestra humanidad ha sido corrompida por completo, y esto incluye nuestras emociones. Así que tenemos buenas y malas emociones y nuestra mente tiene que ser el censor. No podemos dejar que nuestras emociones marchen sin ningún tipo de crítica.
Por ejemplo, cuando uno tiene rabia. La Biblia dice que hay dos clases de enojos. Hay enojo bueno y malo. Dios se pone enojado también, pero su ira es siempre correcta, porque esa ira se levanta en contra de la maldad y nada más. Pero mucha de nuestra ira es injusta, muchas veces se debe a nuestra naturaleza caída. Así que cuando nos empezamos a poner un poco enojados, no debemos dejarnos llevar por la ira. Tenemos que decir: un momentito, ¿qué es este enojo e ira que estoy teniendo adentro, es una ira correcta o incorrecta? No deberíamos caer en la emoción de la ira, hasta que estamos claros que es correcta o incorrecta. Si es incorrecta entonces hay que rechazarla, si es correcta hay que expresarla. Es bueno expresarla.
Otro ejemplo es el amor. Ahora, el amor es la cosa más grande del mundo, pero también puede ser mal dirigido. Déjenme decirles lo que he experimentado en el aconsejamiento pastoral muchas veces. Un hombre casado ha venido a verme, entonces en la conversación me dice que se ha enamorado de otra mujer. Le digo, pero hermano, usted es casado. Si ya sé que soy casado, pero estoy enamorado y esta es la verdadera. Esta mujer y yo hemos sido el uno para el otro. ¿Qué tengo que hacer, animarlo para que caiga en esa emoción? No, le recuerdo: tú eres casado, tienes una esposa y una familia. Tienes un pacto con tu esposa y tu familia para toda la vida; tienes que sacarte a la otra mujer de tu cabeza, no tienes que ser una víctima de tus emociones. Esta es otra manera en que nuestra mente siente las emociones.
Quisiera terminar haciendo referencia a un libro (*) de un autor judío, el libro es Los Elegidos, a partir de este se hizo una película. Es la historia de dos jóvenes judíos que se criaron en Brooklyn, en los EE. UU. durante la época de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los chicos se llama Danny y el padre era un rabino jasídico muy estricto. El otro muchacho se llamaba Reuven y el padre era un escritor de la tradición liberal judía. La amistad que se desarrolla entre estos dos muchachos hace que estas dos tradiciones judías se pongan en conflicto. A través de todo el libro nos quedamos impresionados con el rabino, parece ser un hombre muy humano y amoroso, pero nunca le habla a su hijo Danny, a menos que sea enseñándole a partir del Talmud. El rabino quiere preservar entre ellos el “silencio extraño”. Y uno no se explica el misterio hasta que termina el libro. Dice el rabino que Dios le ha dado un hijo brillante, es un chico con una mente como una joya y cuando Danny tenía solo cuatro años, el padre lo ve leyendo un libro. Él dice, no lo lee, se lo traga. Bueno, qué les parece, un padre se sentiría orgulloso de tener un hijo así. Pero el libro era acerca de los sufrimientos de un judío pobre, y el chico no sentía nada, solamente se gozaba mucho con el libro. Esto es lo que el rabino le dijo: “No había alma en mi hijo Danny de cuatro años, era pura mente. Era una mente en un cuerpo, sin ninguna alma”. Así que el rabino llora delante de Dios: qué me has hecho, ¡qué me has hecho! Una mente como esta yo quiero para mi hijo, pero también quiero un corazón y necesito un alma para mi hijo. Danny necesita un alma que pueda sentir compasión por el sufrimiento. Esto es lo que quiso para su hijo. No una mente sin un alma. Así que el rabino, siguiendo una vieja tradición jasídica, lo hace crecer en silencio, porque entonces, en el silencio entre nosotros, él comienza a sentir que el mundo está llorando. En la última escena de reconciliación entre el padre y su hijo, el rabino dice que Danny tuvo que aprender a través de la sabiduría y el dolor del silencio que una mente sin corazón es nada.
Así que Dios nos dio una mente cristiana, pero también un corazón cristiano, cada parte nuestra quede integrada bajo el señorío de Cristo
*NOTA: El autor hace referencia al libro Los elegidos, de Chaim Potok, publicado en 1967. Disponible en formato EPUB y PDF, para nuestros lectores suscriptos al servicio Premium. Pídelo por Whatsapp al +5491127019786 Referencia ELE24
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